—¿Qué haces aquí, Laura? —pregunté extrañado, más para mí que para recibir una respuesta. Supongo que no fue muy cortés de mi parte ser tan directo, no improvisar un mejor saludo, pero me había tomado por sorpresa su inesperada visita.
—Hola, Emiliano —me saludó tímida. Por el movimiento de sus manos noté estaba algo ansiosa—. Lamento molestarte tan temprano. Voy de camino a trabajo, pero quería hablar contigo —me explicó, volviéndolo aún más raro. No imaginaba cuál tema no podía esperar—. ¿Estás ocupado?
—Pues... —titubeé—. Algo —admití un poco aletargado, recordando estaban esperándome—. Es decir, ocupado, ocupado ahora no —admití—, pero tampoco desocupado —reconocí. No es que no deseara hablar, pero me parecía de mal gusto dejar a Pao mientras yo me ponía al día.
—Será un minuto —me prometió para tranquilizarme. Quise decirle que tampoco era necesario ir tan rápido, pero ella lo soltó sin esperar, como si no pudiera mantenerlo más dentro de sí—. Ya no quiero esconderme cada que cometo un error —determinó para sí misma—. Primero, quería saber cómo van las cosas con tu papá —lanzó, sacándome de base.
Mi rostro manifestó la confusión, sin entender el sentido de su pregunta, hasta que recordé ella había presenciado nuestro último conflictivo encuentro. Respiré, manteniéndome sereno, no dejaría que el pasado volviera a apoderarse de mí.
—Por fortuna no se ha vuelto a aparecer por aquí —contesté, para no mentir, pero sin entrar en detalles. No era mi tema favorito y supuse que mostrarme evasivo ayudaría a entenderlo. No me gustaba hablar de mi padre con el resto.
Ella asintió despacio, pero me pareció ni siquiera me escuchaba. Había algo más que no la dejaba estar en paz, el verdadero motivo de su visita. Por suerte, no lo retuvo para sí misma demasiado tiempo.
—¿Pao y tú cómo están? —preguntó cuidadosa. Alcé una ceja sin entender a qué se refería. Soltó un suspiro—. ¿Se molestó mucho por lo que pasó? —añadió, siendo más específica. Parpadeé un par de veces, analizándolo, hasta que entendí hablaba de la discusión que nosotros habíamos dejado en el pasado hace un buen rato.
—Las cosas van bien ahora —contesté enseguida. Eso era otra cosa que me gustaba de lo nuestro, ningún problema era lo suficientemente grande para que una charla no lo resolviera.
Laura respiró aliviada, una sonrisa fue brotando poco a poco en sus labios.
—Me alegra mucho escuchar eso —reveló más animada, como si se hubiera quitado un gran peso de encima—. Yo ayer intenté hablar con ella para disculparme por la confusión, pero aún no ve mi mensaje —me contó—, o quizás lo hizo, pero está enfadada conmigo —dijo, hablando consigo misma hasta que reparó seguía delante de ella—. Lo cual sería completamente natural —aclaró deprisa, creyendo me molestaría—. ¿Tú podrías decirle, cuando la veas, que en verdad lamento haberles dados problemas? —pidió—. La disculpa es para ambos —comentó.
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El club de los rechazados
RomanceUn inesperado accidente cambió la vida de Emiliano. Abrumado por la soledad decide descargar una aplicación que jura arreglar sus líos amorosos. Funciona. La mujer que ha amado en secreto por años comienza a mostrar interés por él, una buena notici...