Capítulo 46

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Hay momentos claves en tu vida, impactos de los que sabes no saldrás ileso

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Hay momentos claves en tu vida, impactos de los que sabes no saldrás ileso.

Siempre fui consciente que el día que volviera a ver a mi padre todos esos fantasmas que había intentado mantener encadenados escaparían, que los esfuerzos por reconstruirme se perderían en el dolor. Mi padre formaba parte del grupo de personas que cambian el sentido del camino, e igual como lo hizo hace años, encontrarlo fue el golpe definitivo para empezar a desquebrajarme. 

Ahí estaba, el mismo hombre que conducía ese vehículo, el que llamé mejor amigo por años, el héroe y villano de mi historia. Era él, aunque me costó reconocerlo porque que el tiempo había comenzado a cobrarle factura. En sus ojos no deslumbré ese brillo con el que vivía en mi memoria y en su cabello asomaban algunas canas. Sin embargo, no se trataba de lo físico lo que lo hizo ver como otro hombre, sino la oscuridad que inundaba sus facciones, cualquiera que lo encontrara pensaría que ni siquiera recordaba como sonreír. Algo dentro de mí se estrujó al chocar con él. La imagen de mi padre tan lleno de vida, carisma y energía se mantenía tan viva en mi cabeza que descubrí que jamás pensé en esa posibilidad. Siendo honesto, desde que se marchó, me había prohibido imaginar cómo estaría, por miedo a lo que fuera encontrar.

Aunque nunca me dio orgullo reconocerlo, era una pieza frágil en un mundo donde los tropiezos estaban a la orden del día. Así que reencontrarnos fue un impacto directo al nicho de recuerdos oscuros que asustados se alborotaron en mi interior, volviendo mi presente confuso. De pronto, deseé estar atrapado en una pesadilla. Por desgracia, confirmé se trataba de la realidad, apenas hallé en su mirada un familiar sentimiento cuando me contempló empujando la silla hacia él.

Era la misma mirada que me dedicó durante decenas de noches en el hospital, mientras la mía se perdía en el techo maldiciendo al cielo por mi suerte y la suya vagaba sin rumbo por esas paredes blancas. Daba la impresión que la muerte se hubiera tragado su alma y lo único que hubiera sobrevivido al accidente se tratara de un cuerpo vacío.  Y cuando reunía el valor para mirarme, cuando al fin parecía armarse de valor,  siempre tenía esa expresión que gritaba en silencio hubiera deseado no hacerlo.

Creo que al final, cada uno a su manera, recibió su castigo por no medir las consecuencias de sus acciones. La diferencia es que yo supuse las enfrentaríamos juntos y él me demostró lo duro que es equivocarse cuando lo que pierdes en la apuesta es la fe que tenías en alguien que tanto amabas.

—Emiliano.

Dios. El control de mi vida fue escapando de mis manos, a la par un tortuoso nudo se formó en mi estómago al escuchar mi nombre en esa voz. El coraje quedó sepultado por la tristeza, sentí mi mundo venirse abajo en un abrir y cerrar de ojos, y tuve que deambular entre los escombros. Las intensas emociones volvieron complicado respirar, el nudo cerró mi garganta impidiéndome sacar lo que por dentro amenazaba con envenenarme. E incluso cuando sentí estaba muriendo por dentro, di todo de mí para que no lo notara. No quería darle más poder sobre mi vida.

El club de los rechazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora