Capítulo 33 - El Nindo de Hinata

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CAPITULO 33
EL NINDO DE HINATA

—¡Asombroso Sasuke nii-chan! —exclamó Konohamaru con asombro dejando escapar una pequeña nube de vapor por su boca debido al frío.


—Hn —fue la única respuesta de Sasuke Uchiha, quien no veía nada fuera de lo común en lo que acababa de hacer.

Volvió a poner su chokuto en el lugar que ocupaba alrededor de su cadera y vio como caían todas las cabezas de los muñecos de práctica de la Academia sobre la espesa nieve. A pesar del frío, sus manos se movían con una precisión quirúrgica, tal como se había entrenado a sí mismo para actuar en cualquier clima o condición.

—¡Genial! —gritó Udon.


—Que fuerte es... —susurró una niña mirándolo con ojos de enamorada.


—Es un Uchiha —murmuró otra pequeña suspirando con un leve sonrojo en su rostro.

Su trabajo en el país del Hierro había rendido sus frutos. Podía decir con absoluta certeza luego de memorizar la mayoría de los movimientos de los samuráis con su sharingan, que era un experto en kenjutsu. Había sido el entrenamiento más duro por el cual había pasado, pero se sentía sumamente satisfecho con los resultados. Ni si quiera Kakashi se le acercaba si tenía una espada en su mano y el raikiri activo en la otra.

Parándose derecho nuevamente, movió el rostro en dirección a Hinata. La observó de reojo un momento para que no se hiciera tan evidente que había estado pendiente de ella toda la mañana. A lo lejos, la joven corregía la posición de brazos de Moegi para que pudiera lanzar un kunai con más precisión, mostrándole la forma correcta de sostener el arma. Estaba completamente enfocada en su labor de enseñar con una gran disposición a responder todas las preguntas que la pequeña tuviera para ella, aunque la concurrencia a su alrededor no fuera tan numerosa como lo era con él; tenía al menos a cinco niños rodeándolo y preguntándole todo tipo de cosas cada vez que los mandaban a ayudar en la Academia.

Ignorando las voces infantiles a su alrededor que le preguntaban una y otra vez sobre su kenjutsu, se enfocó en observar a su compañera y suprimir el deseo que surgía en él de acercarse a ella y tomar su mano para sacarla de ahí.

Sacudió su cabeza, obligándose a sí mismo a actuar como un hombre y se enfocó en la nieve que había a sus pies. Era humillante sentirse así, perdido por la amabilidad de alguien más.

Hacía un tiempo esa sensación lo habría horrorizado y se habría puesto del peor de los humores insultando a Hinata mentalmente, manteniéndose lo más lejos posible de ella. Habría estado de pésimo humor culpando a Naruto por todas sus desgracias para finalmente terminar maldiciendo a ambos. Se habría dado la media vuelta y marchado, esperando en el fondo que ella lo siguiera como usualmente lo hacía sin decir palabra alguna.

Eso quedaba atrás. No estaba dispuesto a seguir actuando de esa manera ahora. Ambos habían cumplido catorce y ese nuevo año que comenzaba lo hacía sentirse mucho más adulto que antes. No tenía tiempo ni deseos de ser el mismo mocoso inmaduro que había sido antes. Un hombre se hacía cargo de sus propios problemas y eso era exactamente lo que estaba haciendo.

¿Había algo malo en mirar a Hinata? Era un hombre y ella era una mujer. Los hombres eventualmente se sentían interesados por las mujeres, de lo contrario su padre no se hubiese casado con su madre. Hasta un Uchiha podía sentirse atraído por una joven y al parecer él no era la excepción. No era un problema si no permitía que se convirtiera en uno y ahora que sabía exactamente cuál era su situación podía ponerle remedio.

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