Capítulo 44 - Una Verdadera Kunoichi

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CAPITULO 44
Una Verdadera Kunoichi

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El sacrificio es una parte inevitable de nuestras misiones. ¿Acaso no recibiste entrenamiento emocional?

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El sol del País del Viento siempre había sido un motivo para sentirse irritada. Cada vez que se encontraba en una misión, tener que lidiar con el viento, el calor, el frío y la falta de agua era un problema. Si a esto se le agregaba que a diferencia de otros lugares, los poblados del país eran escasos y estaban dispersos entre ellos, moverse por el desierto resultaba en sí mismo toda una aventura. Quizás por lo mismo había tantas ciudades abandonadas en la arena, así como otras destruidas en las fronteras. Muchas de ellas habían sido invadidas durante las guerras shinobi anteriores para nunca más ser habitadas y servían muy bien para todo tipo de terroristas que encontraban refugio en ellas.

Era precisamente por ese motivo que Temari se encontraba patrullando, en estado de alerta, en una pequeña villa abandonada en la frontera al sur de Ishigakure. Ella y otros diez de los mejores shinobis de Sunagakure habían avanzado hasta ese lugar a modo preventivo por decisión del Consejo de la Aldea. Los informes de la inteligencia de Suna hablaban de la inestabilidad de la zona y los altos mandos de defensa y espionaje habían concluido que podían esperar un ataque desde el norte si las noticias del secuestro de Kazekage eran conocidas.

Ya antes había ocurrido algo similar cuando el tercer Kazekage había desaparecido; un número considerable de Shinobis había abandonado la aldea en su búsqueda y sus enemigos se habían aprovechado de ese momento de desorden y caos para atacarlos en su vulnerabilidad. El consejo no permitiría que pasara algo así nuevamente. Por ello, Temari estaba ahí en vez de liderado un grupo de búsqueda y rescate.

Como shinobi, esperaba que los ninjas renegados que habitaban Ishigakure no descendieran en un ataque sorpresa si se llegaba a expandir el rumor de lo ocurrido en Suna (pues tenían seguridad de que muchos criminales estaban habitando los alrededor de ese lugar). Como hermana, lo único que hubiese deseado era buscar a Gaara y dejar que todo ese territorio, que de por sí estaba destruido y en ruinas, afrontara la tormenta por su cuenta. Lo último que Kankuro le había pedido mientras agonizaba era que salvara a su hermano.

No obstante, Temari era una kunoichi.

No en el sentido que entendían las chicas de Konoha que debía ser una Kunoichi, al usar su protector de frente de forma decorativa y basar muchas de sus decisiones en sentimentalismos. La joven era una verdadera Kunoichi, no un proyecto de tal. Su mente no era la de una adolescente, sino la de una mujer decidida, firme e inquebrantable, al punto que muchos que la conocían la habían descrito como alguien increíblemente cruel; Ella prefería pensar en sí misma como una mujer de mente fría, racional y sin cargo de consciencia. Una kunoichi no podía enfrentar su deber y luego sentir culpa por quienes asesinaba, robaba o espiaba. Si le hubiese preocupado algo como el honor y lo correcto ―moralmente hablando― habría emprendido su camino al País del Hierro y se hubiese aliado con los Samurai.

Temari seguía ordenes de sus superiores, el reglamento shinobi que era el código de conducta para todos aquellos que habían llevado una vida dentro de la Aldea como tal y ya está. Si le decían mata, mataba. Si le ordenaban robar, robaba. Si le pedían espiar, espiaba. Ya fuese una estupidez como servir de agente diplomático o algo grave como asistir a Konoha en el asesinato de varios Ninja del País del Sonido, ella tomaba su misión y la cumplía. No dejaba de dormir pensando en los que habían muerto bajo el viento inclemente de su abanico o la afilada guadaña de Kamatari. Si había que hacer algo, se hacía y ya, por duro o doloroso que pudiese ser. Había entrenado toda su vida para no cuestionar ni sentir remordimientos.

Team Seven [Naruto Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora