CAPITULO 48

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Era inevitable. Cada noche rompía en llanto. Los sueños me recordaban lo que había perdido, y mi alma se rompía.

Primero eran los gritos; cuando los soñaba delante de mi y segundos después se convertían en polvo y despertaba. Para esos momentos, los pasos de Steve se escuchaban a toda prisa por el pasillo. Llegaba, me abrazaba y susurraba una canción de su época que desconocía. Decía que su madre la cantaba para él cuando niño. Después venía el llanto. Era incontrolable. Temblaba y miles de lagrimabas inundaban mis mejillas. Al cabo de unas horas, quedaba completamente dormida. Era algo rutinario desde hace mas de 30 días.

Pocos veces comía; y hoy era uno de esos días. La mesa llena de comida, solo para dos personas. El asiento vacío de mi madre y padre; el tazón olvidado de uno de mis perros, era en lo único en lo que podía pensar mientras lo observaba de lejos.

Mi rostro sin emoción alguna, pálido y mas delgado de lo normal. Era así como me veía. Sabía que le preocupaba a Steve, pero el tampoco estaba mejor.

-Te gustaría visitar a Nat?. Dijo que compró tus galletas favoritas. También creo que sería buena idea mudarnos con ellos al complejo. Estar todos juntos por ahora.-pidió dándole un sorbo a su café. Justo ahora nos encontrábamos en la casa principal de mi familia en New York, pero en la parte norte. Todo lo contrario al complejo.

-Vale...-respondí pinchando el plato de fruta, traído por la nueva empleada. Nona...tampoco estaba mas.

-Ellbereth!.-exclamó Steve arrebatándome el tenedor.-Que haces?.

-Que?.-pregunté confusa al ver como retiraba el plato delante de mi.

-No puedes comer esto. Eres alérgica.-dijo rellenando el plato escogiendo trozo por trozo de fruta que no me matara.

-Angela es nueva. No me he dado el tiempo de darle indicaciones.

-No te preocupes, yo lo haré.

-No importa. Ya no tengo hambre. Iré a alistarme.

-Bien.-asintió pensativo.

Al llegar a mi habitación abrí mi pequeña mochila y comencé a guardar cosas. Ropa que jamás había usado. La miré durante minutos. Recordando que tenia planes para ella, hace años. Cuando aun vivía aquí. Mamá y yo iríamos a un par de recitales y viajes. También había ropa que había usado en wakanda.

Y me di cuenta. Realmente me di cuenta; de que todos los sucesos eran reales e irrevocables. Caminé distraídamente hacia el baño con esos pensamientos allanando mi mente. Jamás volverían. No los volvería a ver. No volvería a hablar con ellos. Porque estaban muertos. Completamente muertos. Y eso jamás cambiaría.

Irrevocable. Era la palabra que partía mi corazón. Miré mi rostro en el espejo. Un rostro afilado y extremadamente delgado, por la falta de comida y descanso. Ojos rojo he hinchados, con unas enormes manchas oscuras debajo de ellos. El cabello purpura completamente desarreglado. La ira recorrió mi cuerpo al verme en ese estado. Mis ojos brillaron reaccionando ante tal sentimiento.

Cogí unas tijeras y empecé a cortarlo sin orden alguno. Me daba rabia de solo verlo. Quería que desapareciera. Steve llegó, arrebatándome las tijeras de las manos.

-Ell...-me sujetó intentando que no cogiera las tijeras nuevamente.-Que es lo que haces?.

-Eran demasiado para una joven como yo! Para el maldito mundo por igual!.-dije sosteniendo unos mechones de pelo.-Me pedían que fuera cuidadosa al usarlos. Y ahora no son suficientes. No pude salvarlos. Mi familia, mis amigos...No pude hacerlo!.-lloré aferrándome a el.- Ya no los quiero!!

LEALTAD (La Hija De Tony Stark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora