CAPITULO 49

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"No debería estar aquí" Me reñí mentalmente, ingresando al complejo, como si de un prófugo me tratara. Me retiré las zapatillas, solo para evitar que rechinaran en el pulido suelo. Mas vale ser precavido.

No había nadie a la vista, todo se veía a media luz en tonos cálidos. Seguro que están en la cocina. Tomé el elevador he irrumpí en la habitación (aún de Steve) totalmente a oscuras. Encendí la linterna de mi teléfono y alumbré a mi alrededor intentando no ser descubierta. Sonreí al ver la larga hilera de fotografías nuestras y un par con el equipo. Incluso conservaba una, solo con mi padre. Estaba tan inmersa observándolas, que olvidé mirar por donde caminaba, hasta que sentí mi dedo pequeño del pie chocar contra la base de la cama. Reprimí el grito de dolor como pude, mientras brincaba con solo un pie por sobar el otro.

Me dejé caer en la cama hundiendo mi cara entre las almohadas mientras mis lloriqueos pasaban. Luego inspiré hondo y me senté intentando escuchar que nadie viniera. Suspiré de alivio y continué con mi escrutinio intenso de la habitación. Intentando ganar tiempo para decidir si debía quedarme. Aún podía huir de ser necesario. Ése era el por qué de mi secretismo.

Noté el pequeño cajón de la cómoda entre abierto dejando ver un delgado cuaderno rojo que tomé sin pudor alguno. Estaba llena de retratos. Sabía que dibujaba, pero no que lo hacía tan bien. Después de tomarme mi tiempo para observarlos con detenimiento, procedí a colocarlo de nuevo en su lugar, pero una enorme reserva de mi chocolate favorito FrittKaramel me distrajo. Así que era él, quien dejaba uno de ellos cada tanto, en diferentes lugares a los que asistía. El primero fue en mi camerino, el día de mi presentación tocando el piano, en un evento de beneficencia por los niños que quedaron huérfanos por el chasquido. Luego en mis conferencias empresariales como accionista mayoritaria. Incluso en la final de aquel ridículo concurso de cocina, en el que me inscribí intentando demostrarme a mi misma, que había aprendido a cocinar a la perfección. Y todas esas veces que pedía la cuenta en los cafeterías que frecuentaba; el mesero me entregaba uno de ellos alegando que eran cortesía de la casa. Nunca me había dado el tiempo, de imaginar quien era la verdadera persona que los dejaba.

Tomé uno de ellos y rasgué la envoltura para darle fin a su existencia. Así fue como el tiempo transcurrió sin darme cuenta. Solo yo. Sentada en la cómoda cama con las piernas cruzadas rodeada de muchas envolturas de chocolate. Hasta que la luz fue encendida y yo fui cegada momentáneamente. La figura de Steve tomando definición en mi vista. Se encontraba recargado contra el marco de la puerta con los brazos cruzados y una sonrisa de lado.

-Escuché un pequeño ratoncillo.-fue lo primero que dijo.

-Siempre estuviste ahí.-alcé una envoltura.-Porque nunca te acercaste?

-Querías pasar pagina. Sanar...estar con tu padre. Deseabas que todo fuera como antes. Solo ustedes dos. Yo lo entendí y lo respeté. Mi lejanía era lo mejor para ti en ese entonces.

-En ese entonces?

-Te vez mucho mejor, que hace 5 años. Lamento haberlos molestado. No debimos irrumpir su paz. Y se lo que estas pensando. No te sientas obligada a nada. Vuelve a tu casa.

-Si?...-dudé observando como la noche se filtraba por la ventana.-Yo creo que es muy tarde para volver a casa...podría ser peligroso.

-Pero si haz sido tu, la que a llegado a esta hora.

-Eran treinta minutos mas temprano.

-Pero que descuido el mío.-me sonrió abiertamente.-Vamos. A lavarse los dientes y a dormir.

LEALTAD (La Hija De Tony Stark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora