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Sergio observó el celular con dolor, se encargó de bloquearlo y observó la foto de Raquel que tenía como fondo; era de hacía ya unos cuantos años. Raquel estaba sonriendo como solo ella podía hacerlo, mientras la luz del sol iluminaba sus ondas, para esa entonces, rubias. Soltó un suspiro mientras acariciaba la pantalla, le encantaría volver a aquella época.


Si pudiera pedir un deseo, sería que todo fuera como antes. Antes del cáncer. Antes de todos esos errores y engaños. Cuando su amor sí era suficiente, cuando las cosas no estaban tan mal.


Pero, el tiempo no volvía atrás y los hubiera no existían. Tenía que afrontar el ahora y aceptar que no volvería a ver a la mujer que amaba.


Porque, de nuevo, el amor no lo era todo. No en aquella ocasión.


**

La rapidez con la que pasaban los meses, era increíble. Raquel apenas podía creer que faltaban unas semanas para que diera a luz, apenas podía creer que todo iba excelente y que pronto nacería su hijo. Se colocó de pie y comenzó a caminar por la habitación del bebé. Su cuna blanca estaba adornada con distintos peluches y un bonito móvil que seguramente, entretendría al bebé. La pared blanca de la habitación tenía algunos adornos infantiles que ella había pintado con la ayuda de su familia y de Virginia.


En una esquina se encontraba una pequeña cómoda en donde ya había algunas prendas de un color azul. Así era, iba a tener un niño. Y estaba contenta con la noticia. 


Aquella mañana no podría hacer nada, era lunes pero aun así ella debido a su estado, no podía trabajar. Soltó un suspiro, y volvió a su habitación, observó con una sonrisa la maleta que tenía en la esquina de su habitación, por si en cualquier momento Lucas, se adelantaba.


Lucas Murillo. Era un bonito nombre, sí. Le había costado elegir uno para su bebé.


Soltó un suspiro y decidió meterse a bañar.


**

 -¿Puedes cubrirme? –Preguntó la enfermera pelirroja. Virginia le sonrió y tras decirle que sí, decidió ir a atender el paciente que su amiga había estado atendiendo.


Al parecer el hombre estaba desahuciado o algo por el estilo. Era un hombre rubio, que, a leguas se veía que había tenido mejores épocas. Virginia se encargó de inyectarle un suero para tratar de combatir un poco la deshidratación que lo atacaba. Revisó su historial clínico, frunciendo el ceño al darse cuenta de quién era aquel hombre.


Julio Villegas.


Las hojas se le cayeron al suelo al darse cuenta de todo, se agachó para poder recogerlas, y posteriormente se acercó a aquel hombre.


-Eres tú. –Le susurró, frunciendo el ceño de nuevo. Sabía perfectamente que aquel pelele estaba inconsciente. Y, si se le veía bien, era difícil creer que ese hombre moribundo fuera tan vil como para extorsionar a Raquel de aquella manera. –No puedo creer que hayas sido capaz de hacerle algo tan bajo a Raquel … -Susurró, observando cómo estaba conectado a infinidad de aparatos.

-¿Raquel? –Preguntó él, abriendo perezosamente los ojos. Soltó un quejido. -¿La conoces?

-Sí. –Contestó con hostilidad, observando como aquel hombre comenzaba a toser con brusquedad. –Cáncer de pulmón, eh. –Comentó.

-Dirás que me lo merezco.

-Nadie merece esto. –Susurró seriamente.

-Necesito tu ayuda.

-¿En qué? –Preguntó mirándolo con desconfianza.

-¿Sabes cómo…? –Otro ataque de tos se encargó de interrumpir la conversación. Virginia lo ayudó a acomodar sus almohadas, para que pudiera seguir hablando. -¿Cómo… Se llama su esposo?

-Ex. Sergio Marquina.

-¿Tienes un papel y lápiz?

-¿Para qué?

-Una carta. –Se limitó a decir.


Virginia frunció el ceño, pero se encargó de ir a buscar lo pedido en la pequeña oficina de enfermería que tenían.


Se sorprendió al tener que escribir lo que aquel pelele decía, pero, se dio cuenta de lo que él se proponía.

Y esperaba que diera resultado.

Lo esperaba.

Engaños de un amor (Serquel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora