8.

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Se obligó a sí misma a mirar al escritorio, tomando un lapicero que había por allí, comenzando a escribir en aquella hoja. Básicamente llenó los datos esenciales sin darse cuenta; nombre, apellido, edad… Estado civil. Apretó los dientes al leer aquello.


-¿Estado civil?-Le preguntó, sin mirarlo. No lo mires.-Le decía su subconsciente.

-Divorciado.-Dijo tras unos segundos. Raquel apretó el lapicero con fuerza, haciendo que la yema de sus dedos se pusiesen blancas. Por lo menos no se había casado…


Ojalá haya sido tan infeliz como tú.


Momento, ¿aquel pensamiento indicaba que ella era infeliz?


Su voz interna se burló de sí misma, ya que la respuesta era obvia. Tan obvia como que las cicatrices que cargaba en su cuerpo y alma, le seguían doliendo.


-¿Dirección?-Se encargó de anotarla después de que él se la dijese. Pronto terminó de llenar aquel formulario.- ¿Así qué, cuál es su problema? ¿Un adeudo? ¿Alguna aspereza con algún colega?-Comenzó a preguntar, recostándose en la silla aún más, cruzando las piernas y moviendo el lapicero entre sus dedos.

-Me temo que es más grave que eso.-Se limitó a decir él, mirándola con una intensidad abrasadora. Ella lo observó por unos segundos más; cabello tan negro como el azabache, peinado perfectamente hacia atrás, con un solo mechón cayéndole por la frente y reprimió el impulso de apartárselo con una caricia. Lo estudió lentamente; camisa blanca con algunos botones sueltos y una chaqueta con un pantalón gris.

-Le agradecería que hablase claro.-Le dijo con frialdad. Sergio se colocó de pie de forma brusca, dándole la espalda. Raquel se mordió el labio al observar que quizá estaba más fuerte que antes; espalda ancha y caderas estrechas.

-Antes que nada; soy inocente.-Intentó aclarar él.

-Eso dicen todos.-Dijo ella, aun balanceando aquel lapicero entre sus dedos.

-Presentaron una demanda en contra de mí…-Comenzó a decir, titubeando. Raquel soltó el lapicero y se llevó la uña del pulgar a los dientes, comenzando a morderla. Se dio cuenta de aquella manía y bruscamente bajó la mano. Maldita fuera, hacía años que no hacía aquello.

-¿Con qué cargo?-Aventuró ella. ¿En qué problema se habría metido Sergio? Oh, joder ¿qué habría hecho? Se colocó de pie, echando la silla hacia atrás con sus piernas. Tomó de nuevo el lapicero, sosteniéndolo con las dos manos.

-Violación y desconocimiento de paternidad.-El lapicero de Raquel cayó al suelo haciendo un ruido prácticamente nulo. Su boca se abrió debido a la sorpresa.-No lo hice.-Dijo él, girando a verla.- ¡No lo hice!-Declaró con vehemencia al ver la sorpresa en su cara. Raquel se encargó de sobreponerse rápidamente, sentándose de nuevo, dejando el lapicero en el suelo.

-¿Cómo…?-Se aclaró la garganta.-De acuerdo.-Dijo aparentando tranquilidad. Tomó otro lapicero de la gaveta de su escritorio, comenzando a escribir en la hoja aquellos delitos. Maldita sea, ¿había sido esposa de un violador? Tragó en seco.- ¿Y quiere que yo lo defienda?

-Por eso vine.-Contestó con cierta ironía, sentándose de nuevo.-No lo hice, Raquel. Créeme capaz de lo que quieras menos de algo tan

-Pare ahí, señor Marquina.-Le dijo ella, alzando su mano indicándole aquello.-El que usted sea inocente o no, no es mi problema. Usted me pagará por defenderlo y eso será precisamente lo que haré.

-Pero yo…

-Ahora necesito…-Le dijo con seriedad.-…Que me dé el nombre de la demandante. Para cuándo es la fecha del juicio y desde cuando se presentó la demanda. Le advierto que mis honorarios son algo elevados.-Le comunicó con una sonrisa falsa.

-De acuerdo, de acuerdo…-Le contestó algo aturdido, mientras le daba todos aquellos datos.

-Muy bien, ahora quiero escuchar su versión.-Le dijo, algo insegura. ¿Realmente quería escuchar aquello?-Y la versión de Virginia.-Informó, refiriéndose a la mujer que había interpuesto aquella demanda.

-Fue… Hace unos seis meses, a lo mucho…

-¿Me está usted diciendo que violó a Virginia hace seis meses y que ella acaba de interponer la demanda apenas hace un mes?-Le preguntó, alzando sus cejas.

-No violé a nadie.-Dijo en un susurro amenazante.

-Sea como sea, yo… No creo que una mujer que realmente esté herida espere tantos meses para interponer una demanda.

-Yo tampoco… ¿No lo ves, Raquel? Ahí hay una prueba de mi inocencia.

-Continúe.-Se limitó a decirle.

-Yo salí con ella de fiesta, básicamente recuerdo que bebí mucho y cuando me desperté estaba en un hotel.

-¿Solo?

-Sí, solo. Ella no estaba por ningún lado. Luego de unos meses apareció diciendo que estaba embarazada y yo… No entendía nada, le dije que ese hijo no podía ser mío y ella se fue…

-Y ahora reapareció queriendo encerrarlo en la cárcel, ¿no es así?

-Básicamente. El problema es que ha comenzado a arruinar mi vida, a armar escándalos.

-Entiendo. Pero necesito pruebas para poder objetar algo ante el juez. No lo sé… Han pasado seis meses. Necesito el nombre del hotel.-Lo anotó rápidamente después de que Sergio se lo diese.-Muy bien… Supongo que eso es todo.-Él le sonrió de una forma extraña, incluso amorosa… Lo que provocó que Raquel frunciese el ceño. Se encargó de decirle la suma que cobraría por sus honorarios y sonrió al ver la sorpresa en su rostro.

-De acuerdo.-Se limitó a decirle.-Yo…-Comenzó a decir, aparentando indecisión.

-¿Si?-Le dijo con una ceja enarcada, animándolo a hablar.

-Gracias. Adiós.-Se despidió, colocándose de pie y yéndose del lugar.

...

Engaños de un amor (Serquel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora