-¿Te pasa algo?-Después de pedir sus respectivas comidas, el silencio que reinaba en la mesa realmente era incómodo.
-Sé que estamos aquí para celebrar tu ascenso en el bufete, pero
-En realidad, quería decirte otra cosa.-Interrumpió ella.
-Yo también, y honestamente-Tragó en seco.-Es muy importante.
-De acuerdo.-Contestó con el ceño fruncido. Podía esperar para darle su noticia, podía notar que su esposo estaba realmente tenso.
Sergio tomó una bocanada de aire, parecía que sea lo que sea que fuese a decir, iba a ser algo difícil. Tras el prolongado silencio, Raquel se tensó, y se le formó un nudo en el estómago, no sabía porque estaba tan preocupada.
-Quiero el divorcio.
Ella sintió como el color abandonaba su rostro. ¿Había dicho que?
-¿Por qué?-Alcanzó a decir en un susurro. ¿Qué había hecho mal? Durante esos cuatro años había tratado de ser una excelente esposa Y creía que lo había logrado. Creía, porque al parecer, no era así.- ¿Hice algo mal?-Preguntó, con angustia.
-No.-Contestó cortantemente.
Raquel se dio cuenta de que Sergio no quería hablar, pero esta vez las cosas no iban a quedarse así Quería, merecía una explicación de porqué, de repente, cuatro años de matrimonio feliz, se iban al traste.
-¿No soy suficiente para ti?-Susurró.
-No eres suficiente para nadie.-Contestó, despectivamente, después de unos cuantos segundos de silencio.
Raquel abrió la boca, sorprendida Y después volvió a cerrarla. ¿Por qué hacía eso? ¿Lo hacía a propósito? ¿Quería lastimarla? Pues Lo estaba logrando.
Cada pequeño pedazo de su corazón se estaba rompiendo lentamente. Sus palabras se clavaban como dardos, provocándole un dolor intenso que se esparcía por todo su cuerpo. Sintió el escozor de las lágrimas que invadían sus ojos. Su nitidez comenzó a verse afectada, y se obligó a sí misma a aguantarse aquello para mirar directamente a su Ex esposo a los ojos.
-Te di todo lo que podía dar una mujer al hombre que ama
-No fue suficiente.-Pronunció.
-Dijiste que me amabas-Sí, lo había dicho. Así como también le había comunicado que lo que sentía por ella no se iba a acabar nunca Las ganas de llorar aumentaron. Claro que nunca y siempre eran palabras muy fuertes. Y, mientras ella había estado dispuesta a hacer todo el esfuerzo para cumplir sus promesas, al parecer Sergio las había tomado como un juego. Había tomado como un juego su matrimonio, su amor y su corazón. ¿Por qué? Ella le había entregado todo en bandeja de plata
-Dije muchas cosas que no son ciertas.
-Un matrimonio no puede No puede sobrevivir durante cuatro años sin amor.-Susurró, desesperada.
-En efecto, pero es que nuestro matrimonio funcionó durante estos años, debido al deseo.-A ella se le heló la sangre al observar aquella maldad que había en aquellos ojos cafés intensos. Esos ojos que muchas veces la habían mirado con amor, adoración y respeto, aquel día la miraban con desdén.
-Lo que tú y yo sentimos no es simple deseo.
-Lo que yo siento-Alzó un poco la voz, y al ver que varias cabezas se giraron, volvió a bajarla.-Lo que yo siento, o sentía por ti, era puro y primitivo deseo.
-Eso no fue lo que me dijiste.-Repitió. Joder, no quería creer aquello. No quería creer que había vivido cuatro años en una mentira.
-Quería mantenerte a mi lado, seguir usando tu cuerpo y la única forma de conseguirlo era diciéndote una sarta de mentiras, mentiras que creíste ¿Sabes? Cuando papá fue tú tutor, pensé que realmente eras inteligente, pero veo que no.
Raquel pestañeó rápidamente para tratar de contener las lágrimas. Joder, lloraría noches y noches. Lo sabía.
-¿Y ese deseo ya se acabó?-Susurró.
-Hace mucho Ahora-Continuó tras tomar una bocanada de aire.-Ahora ese deseo lo provoca otra mujer.
-Así que ahora tienes otra amante.-Contestó secamente.
-Hace mucho que la tengo. Ella si sabe cómo tratar a un hombre, no tengo que estarla seduciendo, ni estarle rogando, es desinhibida, es perfecta
Raquel se colocó de pie bruscamente, con la vista nublada por las lágrimas, a la vez que le daba una fuerte cachetada que resonó por todo el restaurant, atrayendo la vista de todos los presentes. Estaba haciendo una escena, ella nunca hacía escenas Bueno, siempre hay una primera vez.
Así como todas las primeras veces que había vivido con Sergio E incluso, irónicamente, aquella era la primera vez que él le provocaba lágrimas que no fuesen de felicidad, la primera vez que Le rompía el corazón.
-Bastardo.-Dijo suavemente, mientras se limpiaba las lágrimas que corrían por sus mejillas y se daba la media vuelta para irse.
Caminó de la forma más rápida que pudo, e inevitablemente varios sollozos abandonaron su garganta. Joder, aquel dolor no se lo deseaba a nadie. Frunció el ceño mientras evitaba llorar. Irónicamente aquel dolor emocional era mucho peor que cualquier dolor físico. Se dio cuenta de que estaba ya en la puerta del restaurant. Alzó la mano para abrir la puerta, pero otra mano aún más grande, se lo impidió. Sintió un aliento en su oído, y aquel calor que emanaba el fuerte cuerpo del hombre que le había roto el corazón.
-No quiero escándalos.-Escuchó en un susurro.-Vamos afuera.-Sergio la haló del modo más brusco posible, hasta salir del restaurant.-No toleraré que ni tú, ni nadie me levante la mano.-Sus lágrimas desaparecieron Momentáneamente. Bien, aquel bastardo la había herido emocionalmente, pero no permitiría que lo hiciese físicamente.
-Eres un maldito.- Raquel volvió a alzar su mano, pero Sergio la agarró antes de que chocase con su mejilla, doblándole la muñeca y colocándola atrás de su espalda.
-Escucha, quiero el jodido divorcio. El doctor Rangel irá a tratar esto contigo.
...
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Engaños de un amor (Serquel)
RomanceEl matrimonio de aquel par de abogados era uno de los más sólidos de toda España; ante toda la sociedad eran una pareja que se amaba con locura, Raquel también lo creía así, pero Sergio se encargó de hacerle creer lo contrario; de la noche a la mañ...