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-¿Sabes? -Preguntó Raquel, sonriendo mientras Sergio echaba un poco de vino en su copa. -Aún recuerdo nuestra noche de bodas.

-Yo también. Aún recuerdo cada momento de nuestra historia. -Completó, jugando con su copa. -Por nosotros. -Ambas copas se encargaron de chocar, Raquel le dio un sorbo a aquel delicioso líquido para después soltar un suspiro. Era su segunda noche de bodas, por llamarlo de una forma, pero era la primera vez que dejaba a Lucas durante toda la noche, con sus abuelos. Y aunque estaba en buenas manos, ella no podía evitar preocuparse.

-Nuestro hijo está bien. -La animó, dejando caer su mano en la rodilla de Raquel, para después darle un leve apretón.

-Lo sé. -Contestó, terminando de beber su vino. Aquella suite de uno de los hoteles más preciosos de toda la ciudad, era realmente increíble. Era el mismo lugar en donde habían pasado su noche de bodas, pero el hotel al parecer había remodelado todas sus habitaciones. Por ejemplo, la decoración de aquella suite en definitiva estaba hecha para dos amantes que pasarían la noche, haciendo lo suyo. Ella se colocó de pie para observar la inmensidad de la ciudad a través del cristal de aquella ventana. La noche estaba cayendo, y tenía que admitir que estaba un poco cansada. Después de la boda habían ido a un pequeño restaurant a celebrar su reciente confirmación de aquella unión.

-¿Recuerdas cuando entramos a este lugar? -Preguntó, abrazándola por la cintura. Ella soltó un suspiro para después sentir los labios de Sergio en el lóbulo de su oreja derecha.

-Comenzaste a besarme... -Susurró, para después girar y sentir los labios de él sobre los suyos. -...Exactamente como lo estás haciendo ahora. -Completó.

-¿Después que hice? -Preguntó, mientras comenzaba a quitarle los pequeños ganchos que habían estado sosteniendo su cabello.

-Te deshiciste de mi peinado. -Sonrió.

-¿Después?

-Comenzaste a besarme el cuello mientras me arrinconabas en contra de la pared. -Susurró, mirándolo con intensidad. Él sonrió y se encargó de hacer aquello, pero en esa ocasión, la arrinconó en contra del cristal de la ventana.

-Cambiaremos un poco las cosas. -Raquel lo abrazó por el cuello mientras lo miraba fijamente y sentía como las manos de él tomaban sus piernas hasta enredarlas en su cadera. Soltó un suspiro al sentir como los labios de Sergio se encargaban de su cuello. Ella echó la cabeza hacia atrás, dejándole el camino libre. Sintió sus manos en sus muslos, encargándose de acariciarla con delicadeza. -¿Después qué? ¿Te quité el vestido, no? -Preguntó con una sonrisa, acariciando sus mejillas.

-No. -Contestó, se encargó de tocar el suelo con sus pies para después caminar con Sergio hasta el sillón. Ella cayó encima de él, sentándose a horcajadas sobre Sergio, sonriendo para después acomodar su cabello dejando que este cayera como una cascada por el lado derecha de su rostro. -Yo comencé a quitarte el traje. -Completó con una sonrisa, mientras sus manos se encargaban de deshacer el nudo de la corbata. Le sonrió mientras hacía aquella acción. En cuanto aquella prenda quedó en las manos de ella, Raquel se encargó de colocársela a sí misma alrededor del cuello.

-Te queda mejor a ti que a mí. -La halagó, para después halar aquel pedazo de tela, haciendo que Raquel terminara de recostarse encima de él. -Ahora deja que te bese. -Susurró, para después unir sus labios a los de ella. Raquel sonrió justo antes de corresponder al beso, mientras sus manos comenzaban a acariciar el pecho de él. Ella se deshizo de la chaqueta y de la camisa en un solo movimiento después de interrumpir aquel largo beso. Raquel se enderezó de nuevo, a la vez que empezaba a acariciar el pecho de Sergio.

-Me gustas más desnudo. -Susurró, alzando su ceja derecha.

-Y tú a mí. Debemos solucionarlo. -Contestó, para después tomarla de la cintura y volver a pegarla a su cuerpo. Raquel sonrió al sentir los labios de Sergio en su cuello. Sus besos comenzaron a descender hasta llegar a su clavícula, a la vez que sus manos se colaban debajo del vestido de ella.

-Espera. -Interrumpió, alejándose de él. -¿No te parece que deberíamos ir a la cama? -Preguntó con una sonrisa, acariciándole el labio.

-Da igual. Estoy seguro de que esta noche no habrá lugar en esta habitación en el que no hagamos el amor. -Contestó, mirándola fijamente. Raquel sonrió para después abrazarlo por el cuello. Sergio se incorporó un poco aún con ella sentada a horcajadas sobre sí. La tomó de los muslos y se colocó de pie, caminando hasta llegar a la enorme cama. Sus edredones eran de un rojo encendido, en combinación con un bonito dorado que armonizaba totalmente con la decoración del lugar. Él la dejó con cautela en la cama, para después comenzar a ir a gatas a su lado. Se apoderó de sus labios, a la vez que su mano buscaba el cierre del vestido para poder bajarlo. Por fin lo logró. Sergio comenzó a besar la clavícula de ella mientras con sus dientes comenzaba a bajar las tiras de aquel vestido. Hizo lo mismo con ambos lados y aquella prenda cayó hasta las caderas de Raquel. Él la miró de arriba abajo sonriendo al encontrarla con una bonita lencería que, en definitiva, a ese ritmo, terminaría hecha trizas. Raquel se terminó de acostar allí, dejando su cuello expuesto para que él pudiera llenarlo de besos. Sintió las manos de su esposo recorriendo su cintura, bajando por su abdomen para después halar con delicadeza el vestido y terminar de quitárselo. Sergio se acostó sobre ella, colocando ambas manos a los lados del cuerpo de Raquel para no aplastarla con su peso.

Sus labios emprendieron un recorrido por la piel de su esposa. No hubo un solo milímetro que no tuviera la atención de los labios de Sergio. Raquel arqueó su espalda ante tanto placer, sintiendo como los labios de él seguían bajando hasta llegar a su abdomen. Lo sintió sonreír, a la vez que sus manos comenzaban a quitar aquella braga de encaje que combinaba perfectamente con el baby doll que ahora se encontraba en el suelo.

Sergio sonrió mientras continuaba con aquel camino de besos. En definitiva el tocar a Raquel de aquella forma, el besarla de esa manera y observar sus reacciones, se estaba encargando de volverlo loco. Y, por supuesto cumpliría lo que había dicho; no habría lugar en esa habitación en el que no harían el amor.

Después de colmar de besos a Raquel, ella se encargó de ayudarlo a quitarse la ropa que impedía que por fin pudieran estar cuerpo con cuerpo, piel con piel. Posteriormente, Sergio tomó de la cintura a Raquel logrando sentarla a horcajadas encima de sí, para por fin, adentrarse en ella.

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-Hola. -Susurró Sergio. Raquel sonrió para después abrir los ojos perezosamente. Se incorporó un poco en la cama, cubriendo su cuerpo con la sábana blanca.

-Hola. -Contestó con una sonrisa. -¿Por qué tan... vestido? -Preguntó al ver que traía puesto un jean junto a una camisa azul marino.

-Porque nuestra luna de miel nos espera. -Sonrió. -Ve a darte un baño y a vestirte. -Se encargó de acariciarle la mejilla para después plantarle un beso en la sien. -Nuestro vuelo sale dentro de un par de horas.

-Italia nos espera. -Susurró, para después plantarle un beso en la mejilla. Se colocó de pie, cubriéndose con aquella sábana mientras se encaminaba al baño.

-No sé por qué te cubres. -Empezó a decir él, caminando detrás de ella. Raquel se detuvo y se giró para poder mirarlo con una sonrisa. -Te he visto desnuda infinidad de veces. Conozco tu cuerpo como la palma de mi mano. -Completó, mirándola de arriba abajo. Raquel inclinó su cabeza para después acariciarle la mejilla. Se acercó a su boca, deteniéndose antes de rozar sus labios con los suyos.

-Tienes razón. -Susurró, mientras lo miraba con picardía. Se alejó de él sin siquiera darle un beso para después dejar caer la sábana al suelo. -¿Mejor así? -Preguntó con una sonrisa. Sergio volvió a mirarla de arriba abajo, si bien era cierto que había recorrido aquel cuerpo con sus manos y con su boca, nunca se cansaría de observarlo. -Creo que sí. -Se contestó a ella misma, para después volver a girar y adentrarse en el baño.

Engaños de un amor (Serquel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora