Observó cómo Rodrigo consolaba a su esposa, dejando que ésta llorase en su hombro. Sergio comenzó a mirar el reloj que se encontraba en la sala de espera; los segundos pasaban, la aguja se movía, y el tictac resonaba por el lugar. Aquello lo sacaba de quicio.
-El doctor Spina quiere que pasen a la habitación de la señorita.-Les comunicó una de las enfermeras, Sergio siguió a Rodrigo y a Bárbara por el largo pasillo hasta llegar a la habitación en dónde se encontraba Raquel, abrieron la puerta temiendo lo peor, esperando lo peor.
Pero lo cierto era que los tres casi se desmayaban al ver a Raquel incorporada en la cama, hablando con el médico.
Raquel giró la cabeza al ver como alguien abría la puerta, sonriéndoles al verlos.
-Cómo podrán observar, la señorita recobró la consciencia.-Dijo con una sonrisa.
-¡Mi niña!-Exclamó Bárbara, corriendo hasta llegar a la cama de su hija, abrazándola con lentitud.
-¡Mamá!-Contestó, correspondiendo al abrazo. Después siguió Rodrigo, pero Sergio simplemente se quedó parado en la esquina de la habitación.
-Lo que sucedió es que su presión arterial aumentó considerablemente, pero a pesar del peligro que indicó, sirvió para que saliese del coma.-Explicó con una sonrisa, mirando de reojo a Sergio.-Ahora, me gustaría que ustedes, Rodrigo y Bárbara, viniesen conmigo.-Pidió con una sonrisa, animándolos a salir de la habitación. Ambos se desconcertaron ante aquello, pero siguieron al médico. Después de todo, le había salvado la vida a su hija, ¿por qué no hacer lo que pidiese?
Cerraron la puerta tras de sí, dejando a Raquel y a Sergio solos.
-Me alegra que hayas regresado, cielo.-Comenzó a decir con una sonrisa, acercándose a ella y sorprendiéndose al ver la mirada de confusión que había en su rostro. Raquel tomó entre sus manos aquella cobija, sosteniéndola con fuerza, como si pudiese usarla de escudo, como si pudiese protegerse, pero... ¿De qué?
-¿Quién eres?
**
Virginia sonrió mientras colgaba el teléfono tras llamar a uno de sus colegas. Efectivamente aquel fármaco que le había aplicado era el correcto para lograr lo que quería. Comenzó a caminar por toda la habitación. Tomó un sorbo de agua, mientras se preguntaba si debía llamar a Sergio, o no.
No.
Después él sospecharía algo. Y aunque podía negarlo, el decir mentiras no era algo que le resultará placentero.
Dejó el vaso de agua en la mesita mientras iba a su habitación a buscar su abrigo.
**
Sergio sintió aquella pregunta como una bofetada en la cara. ¿Cómo que quién era?
-Raquel, cielo...-Comenzó a decir, tratando de acercarse a ella. Su corazón volvió a romperse al darse cuenta de cómo Raquel se alejaba aún más de él, hundiéndose prácticamente en su almohada.
-¿Quién eres?-Volvió a preguntar, frunciendo el ceño. Realmente tenía un recuerdo muy vago de todo lo que había pasado, de... porque estaba en el hospital. Cerró los ojos tratando de que a su mente acudiesen recuerdos, de que a su mente volviesen algunas imágenes. Pero no lo logró. La niebla de la confusión se cernía sobre ella. Sí sabía cosas elementales como... Se mordió el labio inferior tratando de recordar; ¿Cómo era su nombre? ¿Cómo era...? Él había dicho Raquel... Sí, se llamaba así; Raquel Murillo. ¿Cómo se llamaban sus padres? Ah, Bárbara y Rodrigo. Y tenía una hermana que... se llamaba Crisdel, sí. Y ésta estaba casada con Christian, sí... Tenían una hija llamada Paola, de acuerdo. ¿Y ella? Ella...
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Engaños de un amor (Serquel)
RomanceEl matrimonio de aquel par de abogados era uno de los más sólidos de toda España; ante toda la sociedad eran una pareja que se amaba con locura, Raquel también lo creía así, pero Sergio se encargó de hacerle creer lo contrario; de la noche a la mañ...