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Disfruten chic@s ❤

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-Avísale a Crisdel, ¿quieres? –Preguntó ella, mientras uno de los enfermeros se encargaba de conducirla al quirófano. Afortunadamente, sus padres se encontraban en la casa de ella, buscando todo lo que Raquel y Lucas podrían necesitar. Raquel observó el reloj que se encontraba en uno de los pasillos; las seis y media de la tarde. ¡Genial! Al día siguiente podría pasar el día de la madre con su bebé en brazos.

-Por supuesto. –Contestó con una sonrisa, observando como ella se perdía en aquella puerta. Tomó el celular de Raquel y se encargó de avisarle a su cuñada. En definitiva las cosas estaban pasando con una rapidez asombrosa, ya faltaba poco para que el hijo de Raquel llegara al mundo, ¿y él qué coño hacía emocionándose por un bebé que no era suyo? Ya, sí, porque a pesar de todo, era el hijo de la mujer a la que amaba.

Ella se sentó en aquella camilla, mientras el anestesiólogo procedía a hacer su trabajo. Posteriormente, Raquel se acostó, a la vez que comenzaba a rezar para que todo saliera bien.

Todavía recordaba la emoción que había sentido mientras esperaba a Antonella, y el dolor y desasosiego que se apoderó de ella en cuanto le comunicaron que su hija había nacido muerta. Eso no podía pasar con aquel bebé, no otra vez.

¿Y si sí? ¿Y si salía de la clínica sin su bebé? ¿Y si llegaba a su casa y se encontraba de nuevo aquella cuna vacía?

No.

Lucas no.

**

-¿Quiere pasar, señor? –Le preguntó una de las enfermeras, Sergio sonrió y contestó que sí. Minutos después de que le colocaran todo el equipo adecuado para que él lograra entrar en el quirófano, por fin lo hizo. Se sentó en una especie de banquito que se encontraba al lado de Raquel, quien estaba allí acostada con los brazos extendidos hacia los lados y aquel material que se encargaba de evitar que la paciente observara lo que estaban haciendo los médicos.

-Estás aquí. –Susurró Raquel, observándolo fijamente.

-Así es. –Contestó él con una sonrisa, acariciándole la mejilla. –Todo va a salir bien.

-Eso espero. –Susurró, mientras le sonreía.

-Ya lo verás. –La animó, plantándole un rápido beso en los labios.

-¿Qué haces aquí? –Preguntó. –No entiendo…

-Dijiste que querías que fuéramos felices, que estuviéramos juntos, y aquí estoy.

-También dije e hice muchas cosas que te hirieron.

-El quirófano no es el mejor lugar para conversar, ¿no crees?

-Lo sé. –Sonrió. –Pero necesito encontrar una explicación de por qué…

-El amor que siento por ti, no tiene explicación. Simplemente te amo. Y te seguiré amando. Me quedaré contigo por lo que me resta de vida.

-Yo… Mi hijo está delante de todo y todos.

-Lo sé. ¿Sabes? Por el hecho de ser tuyo, definitivamente lo querré como si fuera mío. –Contestó con una sonrisa.

-Pero…

-Sentirás un poco de presión. –Interrumpió el médico. Raquel guardó silencio mientras, precisamente sentía todo aquello, tras unos segundos el llanto de un bebé quebró aquella paz. –Es un saludable varón. –Informó el doctor, mostrándoselo a Raquel por unos cuantos segundos, ella sonrió y dejó que las lágrimas invadieran sus ojos. Lucas desapareció de su vista, y Raquel giró para poder observar a Sergio.

-Felicidades. –Le dijo, para después plantarle un beso en la frente. Se encargó de limpiar las lágrimas que corrían por las mejillas de ella. –Felicidades. –Le repitió.

-Felicidades. –Les dijo una de las enfermeras, entregándoles al bebé. Sergio lo tomó entre sus brazos y se encargó de acercárselo a Raquel.

-Hola, príncipe. –Lo saludó ella, encargándose de grabar en su memoria todos los rasgos de su bebé. Su cabello era rubio, como el de Julio. A pesar de todo, ella amplió su sonrisa al darse cuenta de que todo iba excelente y de que gracias a Dios, su hijo estaba con bien.

-Es precioso. –Susurró Sergio, observando a aquella pequeña personita. Lucas tomó entre su pequeña mano el meñique de él, para después abrir los ojos perezosamente.

Y en ese momento, Sergio lo supo.

No podría separarse de aquel par.

Engaños de un amor (Serquel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora