20.

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-Este lugar es hermoso.-Comentó ella con una sonrisa, mientras tiraba otra piedra al lago. Se encontraba sentada en un tronco, con Sergio a su lado y el bello lago en frente de ellos.

-El lugar no es hermoso, lo que lo hace hermoso es estar contigo.-Contestó él, imitando la acción de Raquel.

-Lo mismo digo.-Susurró, mirándolo de reojo y tirando otra piedra.- ¿Cómo se te ocurrió traerme aquí?

-No lo sé, se lo comenté a una amiga y ella me lo propuso.-Raquel sonrió ante aquello, y estuvo a punto de decirle que su amiga era una especie de cupido, pero, se dijo a sí misma que cupido tenía que ver con el amor, no con el deseo, así que- ¿Qué planeas decirle a Julio cuándo regreses?-Le preguntó mirándola fijamente.

-Nada, a él no le debe importar.

-Sé que tuviste que ver con él.-Susurró con cierto pesar, tirando otra piedra al lago.

-Sí, tuve, ya le dije que no quiero volverlo a ver en mi vida. No era mi tipo.

-¿Y cómo es tu tipo?-Le preguntó, mirando al lago.

-Ni yo lo sé.-Contestó, alzándose de brazos.-Supongo que basta con que me quiera realmente-Susurró, colocándose de pie y tocando la temperatura del lago con su mano.-Está muy fría.-Comentó con pesar.

-Si quieres mañana podemos venir a nadar.-La animó con una sonrisa.

-No, no me gusta.-Alzó los hombros.-En fin, ¿Cómo está Cristina?-Le preguntó, refiriéndose a la madre de él.

-Falleció hace dos años.

-Lo siento mucho.-Contestó con pesar, acariciándole el hombro.

-No importa ya.-Dijo con una sonrisa. Sergio se colocó de pie, acercándose de nuevo a ella y tras pegarla a su cuerpo, volvió a besarla.-Extrañaba tanto el sabor de tus besos-Le susurró al oído, abrazándola.-Extrañaba tenerte entre mis brazos

-¿Me crees sí...-Comenzó a decir tímidamente, mirándolo a los ojos con determinación. Sonrió al ver su reflejo en aquellos ojos cafés.- Si te digo que extrañaba sentir tus brazos alrededor de mi cintura?-Le dijo, plantándole un rápido beso en los labios.

-No volverás a extrañarlos más nunca, Raquel.-Le dijo con determinación, pegándola en contra de su cuerpo, deleitándose con la sonrisa de ella.-No te soltaré jamás

-Jamás y siempre son palabras fuertes, Sergio. No las uses en vano.-Susurró, con algunos destellos de dolor en sus ojos. Él le había dicho aquello hacía tres años, y aun así la había soltado. La había lastimado.

-No volveré a usarlas en vano. ¿Qué no te das cuenta de?-Comenzó a decir, tomando su mano derecha, colocándola encima de su corazón.-¿durante estos tres años mi corazón prácticamente dejó de latir? ¿Y sabes por qué?-Sergio la miró fijamente, obteniendo como respuesta el silencio de ella.-Porque le faltaba su otra mitad.-Contestó.-Y mi otra mitad eres tú. Sólo tú. Nadie más.-Raquel forzó una sonrisa ante aquello, tratando de tragarse el nudo que se le había formado en su garganta. Ojalá pudiera creerle. Ojalá pudiera creer en sus palabras. Si aquello era cierto Él había sufrido tanto como ella. ¿Realmente sus palabras eran ciertas? ¿Podía creerlas? ¿Acaso Sergio había experimentado el dolor que experimentó ella al perder al amor de su vida, al perder la mitad de su corazón?

Pero, ¿Realmente había perdido solo la mitad de su corazón?

No. Había perdido el corazón en su totalidad. Había entregado aquello sin condición. Se había dejado encandilar por algunas palabras lindas, unas cuantas promesas y había terminado tan herida

-¿No me crees?-Preguntó, con dolor en sus ojos. Raquel se mordió el labio al notar el tono en el que lo decía. Pero, ¿cómo creerle después de tantas mentiras? ¿Cómo creerle después de tanto dolor? ¿Podría volver a confiar ciegamente en él? ¿Qué acaso aquello no era considerado masoquismo?-No hay prueba alguna de la tortura que fueron para mí estos tres años sin ti, pero

-Yo sentí lo mismo, Sergio.-Lo interrumpió.-Estuve tres años sin mi otra mitad.-Susurró, mirándolo a los ojos, le acarició la mejilla y sonrió al sentir como la pegaba aún más de su cuerpo. Parecía tener miedo de que ella huyese, pero ¿Cómo podría huir de aquellos brazos tan acogedores? ¿Qué persona en su sano juicio huiría del amor de su vida? -Te aseguro que no le deseo ese dolor a ninguna persona, Raquel. Te tuve y te perdí en un abrir y cerrar de ojos.-Susurró, besando la comisura de sus labios.-Y tendría que estar loco para no aprovechar la oportunidad de tenerte a mi lado.

-Aprovechémosla, entonces-Le susurró, besándolo de nuevo.-Sólo espero que nadie salga herido.-Susurró de nuevo, dejando que los labios de Sergio se apoderasen de los suyos.

-Nadie saldrá herido.-Le dijo en tono solemne.-Por lo menos no tú, mi cielo-Le susurró, volviendo a besarla.-Lo siento tanto.-Susurró en contra de su frente. Raquel unió sus labios a los de él en un rápido beso. Oh, Dios bendito, podría besarlo durante el resto de su vida. Podría morir besando sus labios, podría-Mi Raquel.-Susurró de nuevo, abrazándola con más fuerza. Ella sonrió al escuchar aquello. Si supiera que desde siempre le había pertenecido. Si supiera que en aquellos tres años su corazón había seguido perteneciéndole

Y siempre le pertenecería.

-Mi Sergio.-Susurró ella, continuando con aquel beso.

-Sólo tuyo-Contestó, mirándola fijamente. Observó su propio reflejo en aquellos profundos ojos que parecían mirarlo con amor. ¿Pero realmente aquello sería eso? ¿Amor? ¿Había vuelto a reconquistarla de forma tan rápida?

-Sólo mío.-Afirmó ella, abrazándolo de nuevo, continuando con aquel beso.

No quería parar de besarlo.

No sabría cuándo y cuál sería su último beso

Lo único que sabía era que su corazón se aceleraba a mil por hora al sentir esos labios en contra de los suyos.

Lo único que sabía era que aquella felicidad que le había sido arrebatada hacía tres años, estaba regresando con lentitud.

Engaños de un amor (Serquel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora