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¿El doctor Rangel? ¡El doctor Rangel! Raquel sintió una profunda furia, se sentía traicionada, el susodicho abogado había llevado por años los casos de su familia, después había pasado a ser el abogado de Sergio y ella, y al parecer el hipócrita había decidido estar del lado de De su exmarido.

-Le enviaré el número de mi abogado.-Dijo ella con una ceja enarcada.

-Muy bien.- Sergio apretó aún más la muñeca detrás de la espalda de Raquel. -Aunque creí que tú querrías ser tu propia abogada.

-Ni loca.

-¿Tan poca fe tienes en ti?-Preguntó con una sonrisa burlona. Ella alzó la otra mano, para darle otra cachetada, pero él la agarró, volviéndola a colocar detrás de su espalda.

-Te dije que nadie me levanta la mano.-Susurró, peligrosamente, con los dientes apretados.

-Suéltame.-Susurró ella, se restregó un poco con el cuerpo de Sergio para tratar de liberarse. El muy cabrón le había roto el corazón, pero aun así su cuerpo parecía seguir queriéndolo. Observó con satisfacción el deseo que oscureció los ojos de Sergio. -Así que todavía me deseas.-Dijo con una sonrisa malévola.

-Soy un hombre de carne y hueso, te me restriegas así Cualquier mujer podría provocar esto en mí. Pero, no te haré el favor de acostarme contigo.

-¿El favor?-Inquirió, sintiendo de nuevo aquel dolor en su pecho.

-Sí, Raquel, sabes que no eres mi tipo de mujer.-Dijo mientras la soltaba.-No tienes gracia, no tienes sofisticación, no tienes curvas. Simplemente no eres digna de mí. Ni de nadie.-Le dijo, mientras sentía como su autoestima iba en picada. Maldita sea, su ego estaba sufriendo de la peor forma. ¡Al diablo el ego! ¡Lo importante allí era su corazón! ¡Corazón que estaba dejando de existir con cada palabra que era pronunciada con desprecio por parte del hombre al que amaba!

-¿Así que me hiciste el favor de acostarte conmigo?-Preguntó, tratando de aguantar las lágrimas.

-Así es. Y honestamente, espero que más nunca tenga que hacer favores como este.

Su mano se alzó en el aire, nunca había sido violenta pero en aquel momento necesitaba descargar toda aquella rabia, todo aquel odio, todo ese dolor que la estaba quemando por dentro. Pero aun así, se controló. Bajó su mano, mientras se quedaba allí mirándolo con rabia, tratando de expresarle sin palabras el asco que le daba. ¿Cómo podía estar enamorada de un hombre así? ¿Cómo había podido vivir durante aquel tiempo con esa bestia? Aquel individuo que tenía al frente, no era su marido Era Un monstruo.

-Nunca te amé, nunca lo haré, no eres digna del amor de un hombre como yo.

-¿En serio fuiste capaz de todo esto? ¿De fingir durante tantos años?-Preguntó Raquel, su corazón comenzaba a descoserse poco a poco, unas lágrimas dieron salida a más dolor pasando por sus mejillas teniendo el fin en el suelo.

-Vamos Raquel, solo fue un juego.-La voz de Sergio tenía un cinismo único, sus palabras traspasaban como dagas el corazón de Raquel ¿todo lo que había dicho y hecho por ella era totalmente fingido? ¿Cómo alguien podía actuar tan bien? ¿Y por qué lo había hecho? ¿Sólo para herirla?

Engaños de un amor (Serquel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora