Raquel comenzó a buscar en la cocina otra taza en donde colocar el chocolate caliente que había acabado de hacer. Habían vuelto a la cabaña y Sergio se estaba dando un baño. Ella tenía un frío terrible a pesar de que Sergio le había prestado su suéter y de que ella tenía puesta su pijama; un pantalón rosado con nubecitas, a juego con una camisa de tirantes rosada. Encima se había colocado su bata y encima el suéter de Sergio.
Consiguió otra taza en una de las tantas estanterías que había en aquella inmensa cocina, se colocó en la punta de sus pies, estirando su brazo, tratando de poder alcanzarla. Pronto una mano más grande que la de ella se posó sobre la suya, tomando entre ella aquella taza. Raquel giró inmediatamente, dándose cuenta de que Sergio estaba a unos milímetros de su rostro y la estaba mirando con una sonrisa.
-¿Necesitabas ayuda?-Le preguntó, terminando de bajar la taza y colocándola encima de la encimera.
-Sí, gracias.-Contestó, dándole un rápido beso en los labios. Se giró, dándole la espalda, sintiendo como los brazos de Sergio la envolvían en un cálido abrazo.
-¿Qué andabas haciendo?-Preguntó, colocando el mentón en el hombro de ella.
-Chocolate caliente.-Dijo con una sonrisa, echando un poco de aquello en la taza.
-El chocolate caliente me recuerda buenas épocas.-Comentó, plantándole un beso en el cuello. Forzó una sonrisa. A ella también y esos recuerdos se verían empañados con aquellos
-Espero te guste.-Sergio la liberó del abrazo, Raquel le entregó aquella taza.-Yo me voy a dormir, estoy muy cansada.-Comentó, plantándole un beso en la mejilla.
-Raquel.-Habló él, cuando ella ya estaba saliendo de la cocina.
-¿Sí?-Se giró para verlo.
-Me gustaría dormir hoy contigo.-Pidió, mirándola con intensidad.
-Claro, ¿por qué no?-Alzó los hombros. Sergio le sonrió de aquella manera tan única, mientras Raquel desaparecía por las escaleras.
**
La cama se hundió a un lado al sentir el peso de Sergio, Raquel supo que él estaba a su lado por el calor que emanaba su cuerpo. Pronto el brazo de Sergio se apoderó de la cintura de Raquel, plantándole un beso en la mejilla.
-Buenas noches.-Le susurró al oído.
Raquel se dijo a mí misma que aquella noche no sería nada buena.
Lo quería en aquel momento, y si él la seguía tratando de aquella manera, se enamoraría aún más de él.
¿Por qué no podía tratarla como si se tratase de un objeto o algo parecido?
¿Por qué no podía tratarla como la había tratado hacía tres años, de aquella manera tan déspota y tan... fría?
Y la pregunta más importante aún; ¿por qué lo seguía queriendo?
**
Sergio pegó a Raquel a su cuerpo, rodeándola con sus brazos, como si quisiese fundirse con ella. Y en realidad era así. Quería pasar el resto de su vida con aquella mujer, la mujer que había amado desde siempre.
La mujer que amaría para siempre.
Raquel se había instalado en su corazón y sería muy difícil que se fuese de allí. Además, no quería aquello. Lo único que quería era volver a reconquistarla, volver a ganarse su confianza y su amor. Lo único que quería era que ella dejase de mirarlo con recelo y desconfianza. Sólo quería que ella volviese a amarlo con la intensidad con la que él la amaba.
Hundió el rostro en el cuello de ella, deleitándose con su olor. Oh, como la había extrañado. Había extrañado sus besos, sus abrazos, su voz, su ella. La había extrañado a ella. Había cometido un error garrafal, y en aquel momento se daba cuenta de aquello.
Si Raquel no lo perdonaba, iba a quedar muerto en vida. Su corazón volvería a romperse en mil pedazos y jamás la olvidaría.
Puede que hubiese otras mujeres en su cama durante el resto de su vida, a fin de cuentas era hombre, pero... No volvería a hacer el amor. A la única mujer a la que le hacía el amor era a Raquel, y a la única mujer a la que quería seguir haciéndoselo era ella. Quería sentir sus brazos alrededor de su cuello, su cuerpo sudoroso debajo del suyo y sus labios debajo de los suyos. Quería poder despertar con ella cada mañana y encontrar su cabello esparcido en la almohada, siendo iluminado por unos rayos del sol. Joder, simplemente la quería a ella.
Le plantó un beso en el cuello, mientras se dejaba caer en los brazos de Morfeo.
**
Se desperezó de su sueño reparador con una sonrisa; tenía que ser honesta consigo misma y admitir que había dormido perfectamente bien en los brazos de Sergio, y que podría seguir durmiendo ahí por el tiempo que dispusiese.
Pero ahora él ya no estaba; se había ido.
Raquel se colocó de pie dándose cuenta de que se había quitado el suéter y parte de su camisa estaba alzada. No recordaba gran cosa y no quería saber que había pasado ni mucho menos que habría visto Sergio. Se encaminó al baño con una sonrisa genuina que no se había posado en su rostro desde hacía años.
Se dio un rápido pero relajante baño para después colocarse un simple jean oscuro y una camiseta negra que se abotonaba al frente. Se peinó, colocándose el cabello para un lado.
Comenzó a bajar las escaleras, hasta que escuchó unas voces provenientes de la sala. Paró en seco, sabiendo que Sergio no podía verla, comenzó a detallar a la mujer que tenía al frente.
-Me parece que deberías decirle la verdad, Sergio.-Comenzó a decir.
-¿Debería realmente?-Contestó él con cierto sarcasmo.
-Deberías. ¿Por qué te da miedo decirle quien es la dueña de tu corazón? Lo va a tomar con tranquilidad.
-Tú no la conoces.
-¿Y tú sí? Las mujeres cambian, Sergio. Dile la verdad de una buena vez antes de que todo termine peor de lo que ya está.
Raquel se quedó de piedra al reconocer a aquella mujer, al reconocer la voz de aquella mujer.
Virginia.
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Engaños de un amor (Serquel)
RomanceEl matrimonio de aquel par de abogados era uno de los más sólidos de toda España; ante toda la sociedad eran una pareja que se amaba con locura, Raquel también lo creía así, pero Sergio se encargó de hacerle creer lo contrario; de la noche a la mañ...