Estaba totalmente estresada, cada vez que iba a casa de su madre era lo mismo. Entró en el auto dando un portazo. Comenzó a sobarse el cuello, estaba totalmente entumecida.
Entonces una idea cruzó por su cabeza; ir a casa de Julio, su actual amante. Un poco de sexo ayudaría a relajarla. Con aquello en mente, pisó el acelerador, emprendiendo la marcha hacia la casa del susodicho.
El semáforo la atrapó, por lo que ella aprovechó para retocarse el maquillaje, bajó el espejo que se encontraba en el techo, pero antes de poder retocarse, aquella cicatriz llamó su atención. Apartó su fleco, colocándolo detrás de su oreja, dejando ver aquella larga cicatriz. Raquel comenzó a tocarla, e inmediatamente un dolor la invadió. No era un dolor físico, claro que no Era un dolor interior. Esa cicatriz era el permanente recuerdo de De haber perdido una de las cosas que más apreciaba en esta vida. Cerró los ojos, su mente la llevó a aquella noche
Sus lágrimas corriendo por sus mejillas, apretando constantemente el acelerador El cornetazo del camión
Abrió los ojos, asustada, comenzando a pestañear para alejar el recuerdo, pero todo fue en vano, aquellas imágenes seguían viniendo a su mente
Sintió, revivió la embestida del camión a su auto El golpe en la cabeza El fuerte dolor.
-¡Eh! Muévase.-Un cornetazo de uno de los conductores, la sacó de su ensimismamiento, alzó la vista, dándose cuenta de que el semáforo estaba en verde. Colocó el espejo en su sitio, tiró el maquillaje al suelo y apretó el acelerador.
Estacionó frente a la casa de Julio, dándose cuenta de que ya su repentino deseo, había desaparecido, así que se encaminó a su casa.
Se encargó de abrir el portón, para estacionar su auto. Suspiró allí, recostando su cabeza en el volante, miró a su alrededor. Aquella sonrisa vacía se posó en su rostro. Tenía dinero, lujos, una casa hermosa, miles de cosas materiales, pero tenía que reconocer que no era feliz. ¿Pero, exactamente que era la felicidad?
La felicidad era eso que tenías con Sergio dijo con malicia su consciencia. Colocó los ojos en blanco. Aquello no había sido más que una ilusión, un sueño. Y como todo sueño, había llegado a su fin.
Salió del auto, quitándose sus tacones, caminando hacia el interior de la enorme casa. Tenía que admitir que la había comprado en un impulso, realmente le sobraba demasiado espacio. Y cada noche se sentía sola, más sola que una anciana abandonada por sus familiares.
Se recostó en su mueble, masajeando sus pies. Desde siempre había odiado los tacones, y no le agradaba mucho usarlos pero Se veían lindos.
Se veían lindos.
Que palabras tan vacías.
-Vaya, que mente tan vacía tienes, Raquel.-Se dijo a sí misma con aspereza, mientras se encaminaba a su cocina, abriendo una botella de vino y vertiendo el líquido en una copa.-Que vacía te has vuelto.-Susurró, alzando la copa, observando a través del vino.-Que vacía.-Repitió, mientras dejaba que aquel líquido recorriese su garganta.
Su teléfono comenzó a sonar, pretendía dejar pasar la llamada. Que dejasen el mensaje, se dijo, ningún imbécil merecía su tiempo.
-Ven a mi casa.-Comenzó a hablar aquella voz profunda.
-Julio.-Susurró ella, tomando otro sorbo de vino.-Menudo cabrón.
-Raquel, sé que estás ahí, contéstame, joder.-Exclamó, irritado.- ¡Si no vienes en este momento te juro que!
Colocó los ojos en blanco. Julio era tan estúpido.
-Haz lo que quieras, Julio, hoy no estoy de humor.-Le dijo, atendiendo el teléfono.
-¡Nunca estás de humor!
-¡Pareces una señorita!-Le gritó, colgando la llamada y tomando otra copa de vino.
...
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Engaños de un amor (Serquel)
RomanceEl matrimonio de aquel par de abogados era uno de los más sólidos de toda España; ante toda la sociedad eran una pareja que se amaba con locura, Raquel también lo creía así, pero Sergio se encargó de hacerle creer lo contrario; de la noche a la mañ...