22.

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Qué hacía aquella mujer allí? ¿Y por qué Sergio la había llevado allí? ¿Qué acaso no respetaba el pacto que habían llevado a cabo?

Volvió a subir las escaleras, encerrándose en su cuarto después de dar un portazo. Se colocó en el rincón de la habitación, abrazándose a sus rodillas, dándose cuenta de que Sergio no era capaz de cumplir ninguna promesa. Ni de respetar a nadie.

¿Y esa mujer, no se cansaba de ser cínica? ¿No se cansaba de fastidiarles la vida? ¿Por qué insistía en que Sergio le dijese que amaba a Virginia? Eso ya ella lo sabía, lo que era el colmo era que él fuese capaz de tener una aventura con ella aunque amase a otra mujer, aunque eso no la convertía a ella en alguien mejor. ¿Por qué se dejaba pisotear de aquella manera? ¿Porque lo deseaba, no?

Se perdió en sus pensamientos, tratando de descubrir que era lo que le pasaba con aquel imbécil.

Los minutos fueron pasando, y con ellos la rabia de Raquel iba aumentando, ¿qué acaso él nunca iba a dejar de hablar con aquella mujer? ¿Qué acaso no podía respetar aquel pacto que habían hecho? Aunque, ahora que lo pensaba, el pacto no tenía exclusividad Pero, ¿Qué demonios? Ella había pensado que aquello era más que obvio.

Se colocó de pie, comenzando a dar un recorrido por toda la habitación, abrió un pequeño armario que había allí, dándose cuenta de que estaban allí unos libros. Tomó algunos, comenzando a toser al darse cuenta de que estaban llenos de polvo. Pasó sus dedos por la portada de ellos, leyendo distintos títulos, y quedándose con el que le llamaba más la atención; Cómo enamorarse y sobrevivir en el proceso, Raquel sonrió con amargura, mientras se sentaba en la cama y pasaba a la primera página, la cual estaba totalmente amarilla, pero aun así sus letras eran legibles.

La lectura la absorbió, los minutos y horas fueron pasando con rapidez sin que ella se diese cuenta.

-Al parecer estás muy entretenida. -Comentó Sergio, entrando a la habitación. Raquel continuó leyendo aquellas páginas, asintiendo levemente sin siquiera mirarlo. No quería hablar con él, lo único que deseaba era irse, pero ¿cómo hacerlo sin siquiera saber en dónde estaba?- ¿Ocurre algo?-Preguntó, acercándose más a ella y sentándose en la cama. Raquel negó con la cabeza, ¿por qué aquel hombre no entendía que quería estar sola? ¿Por qué no se iba con su Virginia?- ¿Segura?-Volvió a preguntar.

-Sí.-Se limitó a decirle en aquel tono tan seco, con la vista clavada en el libro, aunque hacía unos segundos que no sabía de qué trataba lo que estaba leyendo.

-¿Ocurre algo, cielo?-Preguntó de nuevo, acercándose aún más a ella, acariciándole la mejilla.

-No.

-¿Segura?

-Sí.

-De acuerdo.-Asintió, acercándose a sus labios y plantándole allí un beso. Intentó que durase todo el tiempo del mundo, intentó aumentar la intensidad y profundidad de aquel beso, pero Raquel se quedó inmóvil. Sergio se alejó de ella, mirándola con el ceño fruncido.-No me digas que cambiaste de opinión.-Soltó, colocándose de pie y mirándola con miles de dudas en sus ojos.

-¿Sobre qué?-Preguntó, fijando la vista en el libro.

-Mírame a los ojos.- Con todo el pesar del mundo Raquel despegó su vista del libro, para encontrarse con los ojos del hombre al que amaba.

-¿Sobre qué?-Volvió a preguntar.

-Sobre nosotros.

-¿Existe un nosotros, realmente?

-Anoche me dijiste que sí.-Le recriminó él.

-Y al parecer las opiniones cambian de la noche a la mañana. -Contestó con una ceja enarcada.

Engaños de un amor (Serquel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora