Capitulo 5

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Shailene.

¿Dónde diablos estaba mi cuaderno?, ya había buscado por todo el salón, por mi mochila e incluso en el librero del salón, aunque la última era imposible a menos de que mi cuaderno tuviera pies y vida propia y caminara hacia el librero para descansar ahí. Frustrada pase una mano por mi cabello, mi teléfono vibro y lo tome. Era un mensaje de Madeleine.

¿Qué tal la escuela sin mí? ¿A que es una mierda?, besos, espero y no te esté haciendo mucha falta. Madeleine xoxo.

Sonreí al leer los "xoxo" que Madeleine había utilizado al final de su nombre. Recuerdo como me tomo casi un año aprender que se trataban de besos y abrazos. Comencé a teclear en mi teléfono para responderle.

Es una mierda. Tengo que decirte que me siento muy orgullosa de ti por haber golpeado al imbécil del auto negro. Juro que tratare de no matarme en esta semana. Besos, Shailene.

Bloquee la pantalla de mi teléfono y lo guarde en mi bolsillo de nuevo. Ajuste mi mochila y camine hacia mi casillero. A lo lejos pude ver la figura de un chico justo en la puerta de mi casillero. Vestía una camiseta polo negra. No por favor que sea cualquier otro chico amante de las camisetas polo.

-¿Qué haces aquí?- le pregunte y su mirada se dirigió a mí. Baje la mía y vi mi cuaderno entre sus manos- ¡Oye!- le quite el cuaderno.- ¿Por qué tenías mi cuaderno?

-Yo...eh...- hablo nervioso.- Estaba viendo lo que habías escrito hace unos minutos en filosofía, es que...yo quería hacer el trabajo también y quería hacerlo igual que tú.

Lo examine con la mirada, no podía saber si estaba mintiendo o no pero era amigo de Mason, obviamente era un mentiroso encubierto.

-Bien, ya viste suficiente espero y te sirva.- conteste abriendo mi casillero- Y no te quiero ver cercas de mi casillero de nuevo.

-Todos sin iguales Shailene, ¿Cómo iba a saber que se trataba del tuyo?- contesto riendo.

-¿Cómo sabes mi nombre?- pregunte frunciendo el ceño.

-Pregunte por el- contesto encogiéndose de hombros. Ok, eso me confirmaba que era un poco psicópata. Le di una rápida mirada indiferente y comencé a cambiar los libros de filosofía por los de arte. -¿Y tú no has preguntado por el mío?- pregunto coqueto.

-No- conteste indiferente.

-Puedes preguntármelo si quieres.

-No gracias.

-Vamos, ¿entonces qué nombre pondrás en la demanda por golpearte?- pregunto inocente.

-¿Por qué todos dicen que te demandare?- pregunte confusa. Los demás chicos también me habían dicho algo acerca de una demanda al chico nuevo por golpearme en el rostro.

-No lo sé, supongo que pareces del tipo de personas que demandan- hablo encogiéndose de hombros. Solté una risita leve y cerré mi casillero.

-No lo había pensado- hable poniendo mis manos en mi cintura- Puedo demandarte, tienes razón.

Su rostro se congelo y yo carcajee y comencé a caminar, él lo hizo a mi lado.

-¿No...no piensas demandarme, cierto?- pregunto tartamudeando. Dios, quien diría que un chico como el del prototipo popular tartamudearía alguna vez.

-No lo sé, si sigues siguiéndome como lo estas comenzando a hacer, lo considerare.

-Bien, no te seguiré mas- dijo con una sonrisa coqueta- pero una última cosa.

Voltee a verlo- ¿Qué?

-Mucho gusto, soy Theo James- dijo haciendo un saludo en la frente como lo hacen los militares. Fruncí el ceño y vi cómo se alejaba casi corriendo. Esta sería una larga, demasiado larga semana.

Por mucho másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora