66 || Amor

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Amor






—¡No me jodas! —exclamé, abriendo la boca de la impresión— ¡No. Me. Jodas! ¡Tom, puedo invocar a monstruos de agua! —dije en shock y señalé la página del libro que estaba leyendo—. ¡La madre! ¡¿Te imaginas mi propio ejército de monstruos de agua?! ¡Sería brutal! —me reí— ¡O mejor; mascotas de agua! ¡Oh, o un castillo de princesas hecho de agua!

—No sé para qué te di ese estúpido libro —bufó—. Debí haberlo quemado.

—¡Pero-! —suspiré ilusionada— ¡Puedo hacer un ejercito de conejos de agua!

—Qué fastidiosa eres a veces —me dijo, rodando los ojos.

—Tom, no seas tan duro con ella —escuché que intervino Gellert—. En estas épocas del año se vuelve más sensible de lo normal por culpa de su regresión de... —sentí como la emoción se me iba de golpe y lo detuve antes de que pudiera terminar esa frase.

—Esperafruncí el ceño— ¿Lo sabes? —pregunté, y él alzó la vista de su periódico para verme con una ceja encarnada.

—Claro que lo sé. Soy tu padre —dijo con obviedad. Abrí mi boca en una pequeña "o" mientras que jugaba distraídamente con el lomo del libro.

—¿Saber qué? —se metió Tom a la conversación, viéndonos intrigado. Miré a Gellert y él me miró a mí. No sabía como explicarle la situación sin que fuera incómodo después.

—Creo que tiene derecho a saberlo —comentó, y yo asentí, aunque realmente no quería decirle.

—Yo creo que no —repliqué, lanzando una risita nerviosa.

—Es tu novio, ¿No?

—No —dijimos él y yo al unísono. Gellert rodó los ojos resoplando, como diciendo "malditos adolescentes"

—Igual merece saberlo —replicó.

—¿Saber qué? —insistió el pelinegro.

—Yo no pienso decirle. Es vergonzoso —gimotee hundiéndome en mi lugar y volviendo a abrir el libro de Amanda Fox para seguirlo leyendo. Había estado curioseando entre sus páginas para saber que locuras podría llegar a hacer con mis poderes, y se me hacía reconfortante todo lo que encontré ahí.

—Adele sufre de regresión de edad —le informó Gellert, como si nada.

—¿Qué es eso? —preguntó Tom, mirándome de reojo. Me encogí más en mi sitio, sintiendo mi cara arder.

—Es la manera en la que lidia con él estrés —se limitó a decir—. Asume comportamientos de una niña pequeña como mecanismo de defensa ante sus sentimientos negativos —explicó, lo que provocó que Tom finalmente volteara por completo en mi dirección, asintiendo ligeramente.

—Bueno, eso explica muchas cosas —murmuró, tal vez todas las veces en las que di claras señales de eso. Al ver mi rostro sonrojado y avergonzado, él rió, y decidió ir hacía donde estaba para sentarse a mi lado y acercarse a besar cortamente mis labios —. Qué estúpida eres —sonrió de forma ladina—. ¿Por qué te sentirías avergonzada por eso?

—¿No es raro para ti? —cuestioné, no muy segura.

—¿Por qué lo sería? —enarcó una ceja—. Estoy acostumbrado a tus rarezas. Esta es solo una más de esas tantas que me hacen sentir intrigado por ti.

Stupid Whore #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora