4 || Verdad o... reto

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Verdad o... reto






Los gemelos y yo nos hicimos bastante unidos durante esa primera semana. Los ayudé a hacer las bromas de inicio de año, nos la pasábamos juntos en los descansos, me colaban en la sala de Gryffindor y yo a ellos a la de Slytherin cuando no teníamos más nada que hacer... Era lindo poder pasar tanto tiempo con ellos, ya que eran una muy buena compañía y siempre me hacían reír. Hubiera empezado a llamarlos mis mejores amigos de no ser porque me dijeron que no podía hacerlo hasta que no me hicieran una broma, lo cual asumí era su bautizo para las amistades. Tradiciones extrañas, supongo.

El sábado llegó, y estaba terminando de acomodar mi cuarto cuando ellos llegaron entre risas, quitándose la capa de invisibilidad de Harry de encima. Alcé una ceja al verlos entrar tan descaradamente a mi habitación, pero no dije nada respecto a eso.

—¿Qué hacen aquí? —pregunté en su lugar, cerrando los libros tendidos a lo largo del suelo con un movimiento de varita para prestarles atención. Los estaba arreglando por orden alfabético.

—Vinimos a buscarte —informó Fred, dejándose caer sobre mi cama en lo que suspiraba.

—¿Para?

—La fiesta, tonta, duh —respondió con obviedad. Miré el reloj que estaba encima de mi puerta con una mueca.

—Son las 7. Dijeron que empezaba a las 9 —me quejé.

—Hubo un cambio de planes. La fiesta ya comenzó —me hizo saber, incorporándose en su lugar—. Y no queremos llegar sin ti, entonces vístete.

Me le quedé viendo unos segundos, preguntándome si de verdad él pretendía que iba a irme así como así. No estaba ni maquillada, ni peinada, ni vestida; y estarlo me iba a tomar bastante rato. Además, ¿quién comienza una fiesta a esa hora? en mi pueblo empiezan a las 9, la gente llega a las 11 y se acaba a las 7, si... pero de la mañana.

—Tendrán que esperar a que me maquille —les informé, levantándome del suelo en lo que sacudía polvo imaginario de mi ropa.

—No lo hagas —replicó George paseándose por mi cuarto—. Te ves bonita de todas formas.

—¿Estás viendo mis ojeras? —señalé mi rostro con incredulidad—. Parezco oso panda.

Él se me quedó viendo unos segundos, finalmente encogiéndose de hombros y yendo hacia mi armario para curiosear.

—Igual te ves linda así —Replicó. Yo suspiré, sabiendo que mentía, más no le reproché; solo me limité a recoger mis libros y plumones del suelo antes de llevarlos a mi estantería, viendo a George salir unos pocos segundos después de mi closet con unas bragas de encaje negro entre sus dedos y una sonrisa picara adornando sus labios—. ¿Son tuyas, Addy? —cuestionó, coqueto. Rodé los ojos.

— No, son de mi padre, pero las tomé prestadas — respondí sarcástica —. Si quieres usarlas adelante, solo asegúrate de devolvermelas después.

—El sarcasmo es una cualidad que me encanta de una mujer —escuché decir a Fred desde mi cama, el cual veía divertido en mi dirección.

—Igual a mí —concordó su hermano.

Órale que padre —dije sin más, rodando los ojos y fingiendo que eso no me puso ligeramente nerviosa—. Ya, ¿Pueden salir para vestirme tranquila?

—Hazlo rápido. Eres una de las anfitrionas. No puedes llegar tarde —insistió Fred, y yo fruncí el ceño cuando la palabra "anfitriona" salió de su boca.

—¿Desde cuando soy anfitriona, perdón? no pienso limpiar vomito ajeno ni recoger vasos tirados en el suelo —avisé, chasqueando repetidas veces mis dedos—. A otro con ese cuento.

Stupid Whore #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora