Stupid Whore #1

51 || Crucio

Crucio

— ¿Cuánto duraron siendo novios? — me preguntó Ginny, curiosa. Resoplé.

— Una semana y media — murmuré contra mis brazos.

— No, me refiero a cuanto tiempo duraron siendo novios para ti, o sea, ¿después de cuanto descubriste su infidelidad?

— Ah, cuatro días.

Escuché como Hermione rió a mi derecha, pero me imagino que Ginny la miró feo o algo, ya que de inmediato cortó la risa.

— Adele, no estés triste — sentí la mano de la castaña en mi hombro —. Él es un idiota. No te merece. No tienes por qué estar así por él.

— Wow, dijiste eso y automáticamente todos mis problemas desaparecieron. Deberías ser psicóloga.

— Hermione — Ginny gruñó.

— Lo siento — murmuró y ya no seguí sintiendo su toque en mi hombro. Segundos después volvió a hablar —. Mira el lado positivo; te lo estás tomando muy bien, en realidad.

— ¿Qué te parece si le hacemos una broma? Te hará sentir mejor — ofreció Ginny.

— Tengo la ligera sensación de que los gemelos ya se ocuparon de eso — dije, recordando la cara de malicia que colocaron cuando les conté el por qué había terminado con Draco. Solo dijeron que volverían pronto y que no me asustara si lo veía con un tercer ojo por ahí. Después desaparecieron.

— Pero, ¿Y si le hacemos una broma nosotras? — siguió —. Nuestras mentes son más macabras que las de todos ellos juntos.

Suspiré y levanté mi rostro. Lo tenía escondido entre mis brazos para que no se notara tanto la cara de culo que cargaba.

— Ginny, no te ofendas, pero en estos momentos solo tengo ganas de coger y morir, y a menos que no te ofrezcas como tributo para matarme o follar conmigo, no quiero seguir con el tema.

Sentí un librazo por la cabeza. No me moví.

— ¡No digas eso! — exclamó Hermione, refiriéndose a que no hiciera más chistes suicidas.

— Como sea — suspiré —. Lo cierto es que no quiero tener nada que que ver con Draco Malfoy. Fin.

— Pero... — intentó hablar la pelirroja.

— Ginny — advertí —. No le voy a hacer una broma para vengarme. Esa no es mi manera de hacerlo.

— ¿Entonces cuál es? — preguntó —. No puedes simplemente dejar que él se salga con la suya. Te fue infiel y te tachó de mentirosa. Merece pagarlo y muy caro.

Suspiré, empezando a irritarme.

— Solo... Déjalo estar — pedí. Ella resopló y apoyó su mentón contra su mano.

— ¿Pero por qué?

— Porque me parece inmaduro e inservible. Déjalo así.

Se ofendió ante mi comentario, pero honestamente no le tomé importancia a eso. Solo quería que me dejara en paz. No iba a vengarme de él ya que no había hecho nada lo suficientemente malo como para que deba hacerlo; Así de pesados eran mis métodos de venganza que no consideraba una infidelidad lo suficientemente fuerte como para llevarlos a cabo.