21 || Hagamos las paces (+18)

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Hagamos las paces






Me desperté en la habitación de Tom en la noche.

¿Estaba confundida? mucho, ya que ni siquiera recordaba haber llegado ahí en primer lugar. Lo último que recordaba era haberme desmayado en sus brazos como digna protagonista de Wattpad; pero más allá todo estaba en blanco. Y dudaba mucho que él me hubiera llevado hasta ahí por consideración... Aunque era estúpida mi suposición. ¿Quién además de mi entra al cuarto de Tom?

Las dudas que le dieron vueltas a mi cabeza desaparecieron al verlo entrar casi de inmediato a la habitación, como si hubiera sentido que finalmente estaba despierta.

Al verlo sentí un vacío en mi estómago, mejor conocido como ansiedad. No estaba lista para enfrentarlo, pero no tenía de otra tampoco. Era eso o huir como una cobarde. Y aunque si lo pensé, al verlo en ese estado tan pacífico decidí quedarme a ver que pasaba.

Apenas me miró cuando llegó. Sólo se quitó su sudadera, dejándola a los pies de la cama y empezando a desabrochar los botones de su camisa.

— ¿Tienes ganas de vomitar o puedo confiar en que no mancharas mis sábanas con tu desayuno? — cuestionó sin mirarme. Coloqué un mechón detrás de mi oreja y aclaré mi garganta antes de hablar.

— Estoy bien — fue lo que dije, con la voz rasposa por la falta de agua.

— Bien — fue lo que dijo antes de abrir la puerta de su closet y entrar, dejando la puerta abierta y permitiéndome ver como se desvestía. Sentí mi rostro arder y miré a otro lado, aunque a veces era inevitable para mi verlo.

Estábamos en total silencio, y traté de recordar por qué estaba enojada con él. También quise recordar si era lo suficientemente grave como para que sigamos así, porque honestamente, no quería.

Pero no, tenía mis razones para estar enojada.

Me puse de pie, decidida a irme, y cuando me acerqué a mis zapatos para recogerlos y largarme, él salió. Solo traía un pantalón de pijama. Su pecho estaba desnudo y su cabello completamente desordenado. Me sentí pequeña cuando me miró de la forma en la que lo hizo. Demandante, serio, y algo molesto. Negó sutilmente con la cabeza.

— Siéntate — exigió señalándome la cama. Dudé. Miré mis zapatos y después a él —. No te estoy preguntando, Adele. Siéntate.

Algo hizo que lo hiciera. Tal vez fue el hecho de que estaba demasiado cansada como para pelear o que yo realmente me quería quedar. Volví en dirección a su cama y me dejé caer sobre esta, evitando mirarlo.

Me sorprendí cuando su mano me tomó del mentón con firmeza, obligándome a ver sus iris azules, y no pude evitar sentirme débil ante su vista y tacto.

— Te golpee la cabeza contra la puerta de mi cuarto cuando te traía cargada — dijo acariciando mi pómulo, donde seguramente tenía un moretón —. Ahora parece que tienes una uva gigante en medio de tu cara.

Parpadee.

— Que romántico — bufé alejando mi rostro de su agarre, más él volvió a tomarlo, esta vez acercándose a mi para besarme. Su lengua se abrió paso entre mis labios y acarició la mía con una suavidad matadora que me provocaba escalofríos.

Stupid Whore #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora