50 || Decepciones amorosas

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Decepciones amorosas






Logré negociar con Mirtle, y acordamos que si ella no le decía a nadie que nos vió a mí y a Cedric en el baño, yo le llevaba al Harry. De todos modos, iba a terminar yendo. Solo le di un pequeño empujón para que fuera más rápido.

Tres días después, estaba en mi habitación revisando unas partituras sobre mi cama. Había pensado que ya era hora de enfrentar a Draco, ya que cada vez estaba más harta de intentar fingir que éramos una pareja feliz.

El rey de Roma llegó a mi habitación con una ansiedad y desesperación que me extrañaron. Me di cuenta de que estaba caliente cuando empezó a desabrocharse la camisa con rapidez.

— Deja toda esa basura de lado y abre las piernas, Leblanc — pidió montándose en mi cama y tomándome del cuello —. Te necesito...

Ni que fueras Tom.

— Estoy estudiando música — me alejé de su agarre —. ¿Recuerdas que en la mansión Malfoy te conté sobre lo que me había pasado? Pues después de mucho pensar, me pareció buena idea...

— Adele — me interrumpió con brusquedad —. En este momento no me interesa, solo... Necesito desahogarme — dijo tirando su camisa a algún lado de la habitación. Buscó besarme y yo solo alejé mi rostro, viéndolo con incredulidad y tal vez... algo dolida.

Auch.

Me hice la loca. Sentí sus besos empezar a ir de mi cuello a mi mandíbula y viceversa, pero en ese momento, ni siquiera eso pudo alejar de mi mente el sentimiento de indignación y asco que tenía.

— Adele — me dijo en todo de advertencia al ver que no daba señales de querer nada con él.

— Draco — dije de igual manera, volteando a verlo.

— Deja esas páginas con símbolos raros de lado y préstame atención — me gruñó.

Lo miré con molestia.

— ¿Por qué no mejor te vas con Pansy para que te quite esas ganas sexuales que tienes? Ah, y de paso le mandas saludos a mi socia — dije sarcástica —. No sabía que estaba a unida a ella por leche.

Él se alejó de mi de golpe y me miró entre impactado y confundido. Alcé una ceja.

— ¿Que? — cuestioné — ¿No creíste que me fuera a dar cuenta? — incliné la cabeza — ¿Tan estúpida crees que soy?

Él resopló y se levantó de mi cama. Volvió a ponerse la camisa y se volteó hacia mi con sus ojos chispeantes de furia. Me quedé anonadada ante el descaro que tenía de enojarse, incluso en esa situación.

— ¿Tienes el descaro de enojarte? — me preguntó incrédulo, como si leyera mi mente.

— Tengo todo el derecho de hacerlo — repliqué —. Pero tranquilo, me aseguré de que quedaramos a mano — dije de forma cínica.

— Oh, lo hiciste mucho antes de empezar, Leblanc — escupió con rabia —. No tienes el puto derecho de enojarte porque tu fuiste la que comenzó todo esto.

— ¡Ah, yo! — me puse de pie —. ¡Yo lo empecé! ¡Tu me pones el cuerno primero con la maldita Pansy Parkinson! ¿¡Y yo lo empecé?!

— ¡Si, con el huérfano de Riddle, Adele!

— ¡¿De qué estás hablando, Draco?! ¡Tú sabías que estaba con Tom desde antes que empezamos, nunca te fui infiel!

— ¡Yo te vi, Adele! — gritó —. Te vi con Tom Riddle, en la biblioteca.

Arrugué la frente y traté de recordar a que se refería. No me llegó ningún recuerdo.

— ¿De qué carajos hablas? — cuestioné, más molesta que antes. Todo se sentía como un montón de excusas para hacerme parecer que era mi culpa, cuando realmente no lo fue.

— Pansy me dijo que se estaban besuqueando ahí y no le creí, hasta que te vi salir agitada y segundos después lo vi salir a él acomodando su corbata — gruñó —. Fui un completo idiota por pensar que la zorra de Hogwarts pudiera darme fidelidad.

Y ahí estaba otra vez, el silencio sepulcral. Recordé que el primer día de clases Tom me arrastró a la biblioteca y me besó, pero lo quité. Draco, yo lo quité. Quería dejar eso salir, quería explicarle todo y hacerle saber que estaba equivocado, pero no podía. Simplemente no podía. Las palabras no salían de mi boca, no importa cuantas veces se lo aclaré en mi mente, y me llenó la frustración. Habla, por favor, habla. Explícale.

No lo hice. No le expliqué que todo había sido un mal entendido, no pude. Tal vez en el fondo si le quiero terminar y por eso no puedo darle explicaciones. Pero igualmente me dolió. Me dolió que no confiara ni un poco en mi como para consultar conmigo lo que había visto o lo que sospechaba. Yo se lo hubiera dicho. Le hubiera aclarado todo, pero no confío en mi. Y no se merecía una explicación mía por eso.

Imbécil, imbécil, imbécil y mil veces imbécil.

— ¿Sabes qué? Piensa lo que te dé la gana — solté, reteniendo las lágrimas de frustración —. Si no te puse los cuernos primero si lo hice después — informé —. Me cogí al maldito Tom Riddle cuando te vi con Pansy en el pasillo y después fuí y me cogí a Cédric Diggory — sonreí forzadamente —. Estamos a mano. Ahora lárgate. Si te quedas más tiempo puede llegar otros de mis tantos amantes y quiero follar en paz.

Me miró dolido, muy dolido, pero no me importó. Solo quería que se fuera.

— Eres una zorra.

Reí con sarcasmo.

— Búscate un insulto mejor. Ya me estoy hartando de ese.

— Eres una maldita deshonra — se empezó a acercar a mi —. Ese es el motivo por el que nadie jamás te escogería. Eres completamente inútil. Una mentirosa. Una pobre niña estúpida que tiene miles de complejos e inseguridades y los oculta detrás de toda esa fachada de chica mala — me miró de arriba a abajo con desprecio —. Me das asco, Leblanc. Me da tanto asco que seas solo una niñata asustada que se esconde detrás de la sombra de su padre y es tan estúpida como su maldito trauma con la música.

Contuve la respiración.

Ah, ¿Quieres pelear con complejos, Malfoy?

Lo último que me dijo me golpeó como un martillo, y decidí jugar fuego con fuego.

— Pues a mi me dan asco tu y tu familia — empecé también tratando de ignorar el dolor que se había formado en mi pecho —. Dime, Draco, ¿Acaso nunca te detuviste a pensar que la razón por la que siempre te comparan con Potter es porque él si es más especial que tú? ¿Más poderoso? ¿Más inteligente? — alcé una ceja —. Tal vez no sea por el simple hecho de ser Harry Potter que todos lo aman, sino porque te supera en un millón de cosas y siempre lo hará. Harry Potter, tiene todas las cosas que tú nunca tendrás porque eres un imbécil egoísta que solo piensa en si mismo y la única manera de que pueda sentirse bien es haciendo sentir a los demás como una mierda. Porque quieres que se sientan como te sientes tu, ¿no?

— Me das lastima — fue su respuesta.

— Bueno, al menos eso lo tenemos en común — entrecerré los ojos —. ¿Ahora si soy lo suficientemente Slytherin como para merecer estar aquí o te gustaría que te demostrara un poco más de mi lado oscuro, Malfoy?

Me miró con rabia.

— Muérete, Leblanc. De verdad, muérete.

Ahí acabó nuestra pelea. Tuve que esperar a que él saliera dando un fuerte portazo para poder llorar a gusto, pero aunque lo intenté, no salieron lágrimas.

¿Que por qué? Realmente no lo sé. Solo no tenía ganas de llorar.

Aunque lo haría en un par de días.

•••

Stupid Whore #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora