Stupid Whore #1

39 || Family issues

Family issues

En mi defensa, siempre he odiado a Lucius Malfoy.

Lo odiaba, y es por eso que a la hora de restregarle toda su mierda en la cara no iba a dudar en hacerlo ni por un segundo.

Yo estaba dispuesta a mantener la fiesta en paz únicamente por Draco, pero como quiso empezar con el pie izquierdo conmigo, decidí darle una cucharada de su propia medicina.

Al que le gusta el chocolate se le dan dos tazas. Es tan fácil como eso.

Draco llegó media hora después. Yo estaba mirando todo a mi alrededor para pasar el rato, ya que no me atrevía a irme a la habitación de Draco sola. Cuando llegó, se acercó a mi a paso rápido y demandante, y antes de que pudiera formular una sola palabra hacia él, me dió un fuerte jalón en el brazo que me levantó de la silla de golpe y me empezó a arrastrar hacia su cuarto.

— Mierda Draco, no tan fuerte — dije tropezandome en las escaleras. Él no contestó. Nos subió hacia su habitación, y cuando llegamos, literalmente me empujó dentro y cerró la puerta con fuerza detrás de él. Giré para encararlo, y en cuanto lo hice me tomó del cuello y me pegó hacia la pared con brusquedad. Un déjà vu del día en el que nos conocimos me llenó, pero era lo menos importante en aquel momento.

— Te dije que te comportaras — soltó.

— Cumplí con mi palabra — repliqué.

— No, Leblanc, insultaste a mi padre — hizo presión en su agarre —. Puedes hacerlo las veces que te den la gana a sus espaldas, pero nunca en su cara. No vuelvas a hacer eso.

— Él me insultó a mi primero — me defendí.

— ¿Y donde estás? ¿En el maldito kinder? no puedes insultar a personas de apellidos resonantes porque si, estúpida — gruñó —. Piensa un poco, Adele, por Dios.

— Claro que pienso: pienso en que tu papá es una mierda de ser humano — su agarre se intensificó —. Y pienso que deberías agradecerme por no comportarme como realmente quería hacerlo.

— Lo insultaste, ¿no te parece suficiente?

— ¿Puedes recordarme cuando lo insulté, Draco? — alcé una ceja —. Solo le respondí de la misma forma en la que él me estaba hablando. Si no le gusta, que no me hable así. No veo cuál es el problema.

— El problema es que no podías contestarle así — señaló —. Él tenía que haberte insultado hasta por los dedos de los pies y tú tenías que permanecer ahí, callada y quieta como una buena chica sin inmutarte ante sus insultos, dando solo respuestas inteligentes. Tenías que demostrar fortaleza, no avergonzarme delante de él.

Rodé los ojos.

— Pues se merece que le digan de vez en cuando sus mierdas a la cara — repliqué, luciendo indiferente. Cerró los ojos, tomando una profunda respiración.

— Adele, es mi padre... — dijo tratando de reunir paciencia.

— Es una mierda de padre, y lo sabes — escupí.

— Lo sea o no, es mi padre, y lo que hiciste allá abajo es una falta total de respeto y elegancia.

— ¿Y porque sea tu padre le debo respeto? — alcé una ceja —. Me parece que no.

— Si, porque te traje a ti, una completa desconocida, a mi casa, ya que confíe en que no iba a pasar algo como esto — la presión en su agarre aumentó aún más —. Pero como podrás ver, me equivoqué, ya que tú solo actúas sin pensar en las consecuencias que pueda tener en los demás. Maldita egoísta — me soltó de golpe.