18~Estoy Aquí

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Luego de pulverizarse con las miradas, Refugio y Rómulo, procedieron a tomar asiento en una mesa que este había recervado para poder platicar en paz o al menos intentarlo puesto que sabía que su relación con Refugio colgaba de un péndulo; si es que no se había quebrado ya hacía tiempo atrás cuando la había abandonado a su suerte.

Dionisio se había quedado unos pasos atrás, de pie, con los brazos dentro de los bolsillos de su pantalón mientras investigaba con la mirada a aquel pequeño hombre de sonrisa cínica que le hablaba y le hablaba a Refugio sin lograr capturar su atención.

—¿Es que acaso ese hombre no piensa moverse de ahí? O al menos que sea un poco más disimulado, no se cansa de escrutarnos con la mirada—Refugio condujo su ojos a donde indicaban los de Rómulo y lo vio allí con cara de pocos amigos. Él notó que ella lo estaba mirando y le hizo un ademán con la cabeza—¿Es tu guardaespalda acaso?

Refugio por un momento más le mantuvo la mirada a Dionisio quien no aparentaba querer abandonar el lugar y sin saber por qué, le agradeció por no dejarla sola con el indeseable de Rómulo.

—No, es...es un...un amigo—¿amigos? ¿De cuándo acá ella y Dionisio eran amigos? Sacudió su cabeza internamente y volvió a repetir—Un amigo y nada más—volteó a verlo de nuevo y lo vio platicando bastante a gusto con una muchacha que por sus pintas formales, debía ser una empleada del hotel.

—Muy amigable por lo que veo—sonrió al ver el rostro desencajado de la morena que pasó a fulminarlo con la mirada—Vamos Refugio al menos disimula tantito.

—Mira Rómulo esta conversación me parece patética—se sacó la servilleta que tenía entre las piernas y se paró de un gesto abrupto—No sé qué haces aquí, deberías estar con tu mujer y tu hija ¿no fue por estar con ellas que me abandonaste?

—Estás muy agresiva—al igual que ella se puso de pie y se le acercó con esa sonrisa detestable que lo caracterizaba—No te recuerdo así...te recuerdo más...—alardeo un poco con las manos y luego la tomó por la cintura en una breve invitación a acercar sus caderas—...más dócil.

—Muchas cosas cambiaron desde que te fuiste Rómulo Ancira, tu abandono me sirvió para abrir los ojos y aprendí a no confiar ni en mi propia sombra—forcejeo un poco, pero no logró salirse de aquel agarre.

—Confieso que me gusta más esta Refugio—y cuando intentó besarla a la fuerza un puño descontrolado lo hizo retroceder unos cuantos pasos atrás. Refugio logró librarse de aquellos brazos que le repugnaban y automáticamente volteo a ver de que se trataba todo aquello y un Dionisio de facciones rígidas la tomó por el brazo y la cubrió con su cuerpo.

—En tu maldita vida intentes hacer algo como esto—ella lo sujetaba por detrás para evitar que las cosas pasaran a mayores.

—Dionisio por favor...

Él hizo caso omiso a las súplicas y quejidos de Refugio y tomó a Rómulo por las solapabas del traje sin prestarle atención a las miradas vacilantes de las personas que estaban a su alrededor.

—No sabes con quien está tratando...—dijo un Rómulo pensativo—¿Dionisio verdad?

—No le tengo miedo a tus amenazas, mucho menos me importa quien eres—oprimió con más fuerza aquellas solapas y luego de un impulso lo soltó haciéndolo tambalearse en el proceso—Más bien tu serías en todo caso el que tendría que saber con quien está tratando.

Le dedicó una última mirada asesina a Rómulo quién pese a todo ese desmadre que habían armado en cuestiones de minutos, no dejaba de lado esa sonrisa que Dionisio ansiaba borrar a golpes.

—Vamos—tomó a Refugio por la muñeca y la obligó a salir de allí. Afuera del local ella logró zafarse y comenzó a interrogarlo con severidad.

—¿Me puedes explicar que fue todo eso? ¿Estás loco? La gente no paraban de mirarnos, que vergüenza.

El rostro del mal (Finalizada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora