9~In Fraganti

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-Estoy embarazada...

-No hay dudas, lo resultados de sangre dieron positivos, pero quería corroborarlo a través de un ultrasonido, y mire, ahí está su hijo—señaló nuevamente el ecógrafo—Felicidades mamá.

Fue inexplicable lo que Victoria sintió en ese instante: alegría, miedo, sorpresa, angustia, felicidad. Fue una mezcla de todos los sentires humanos. Comenzó a reír entre lágrimas, en parte producto de los nervios, algo que tan sólo una madre experimenta al enterarse que dentro de sí crece una vida. Un pedacito suyo y de...la sonrisa se le borró cuando llegó el turno de que Atilio invadiera sus pensamientos.

-¿Está bien?—consultó el doctor al ver cómo el semblante de Victoria se tornó completamente serio de un momento a otro.

-Sí...sí, no se preocupe, es sólo que, aún no puedo creer que esté embarazada. Voy a ser mamá—se secaba las lágrimas mientras el galeno seguía inspeccionándola.

-Sí, va a ser mamá, escuche, ese sonidito es el latido de su corazoncito.

Ella sin poder evitarlo lloró un poco más al escuchar el hermoso sonido que indicaba ¡Vida! La vida de ese pequeño ser que apenas se comenzaba a formar dentro suyo.

...

-¿Todo está bien doctor?

Luego de un rato, ya se encontraban nuevamente en la oficina del galeno ultimando los detalles finales de la cita.

-Sí, gracias a Dios todo está perfectamente bien, tú misma lo viste en el ultrasonido. Se está formando poco a poco aunque apenas tiene unas semanas, cuando más, un mes.

-Tengo miedo, doctor—confesó mientras agachaba la cabeza y con lágrimas en los ojos miraba sus dedos jugar nerviosos.

-Es normal que sienta ese miedo, por lo que se, va a ser madre primeriza. Pero ya verá que con ayuda del padre y de su familia, saldrá adelante con su embarazo.

-El padre...—rió bajito, mientras se secaba las lágrimas que al parecer ese día no tenían intenciones de agotarse.

-¿Hay algún problema?—se atrevió a preguntar, quizás por cortesía.

-Nada de vida o muerte.

-Victoria, sabe que puede recurrir a...

-¿Al aborto?—el médico asintió mirándola fijamente—No doctor, no crea que pueda hacer eso después de escuchar el corazón de mí hijo—hizo hincapié en el pronombre "MI" que indicaba pertenencia, porque simplemente así lo sentía: Ese pequeño o pequeña, era de ella.

-Me alegro tanto...—sonrió genuinamente—Entonces le voy a dar algunas indicaciones, y le voy a recetar algunas vitaminas, para que las tome todos los días y, ese bebé y usted, estén fuertes y sanos como robles.

Victoria escuchaba atenta al profesional, pero a la vez, su mente estaba un tanto remontada en el hecho de que sería mamá ¿Cómo le daría tamaña noticia a sus hermanas?, o peor aún, ¿cómo se la daría a Atilio?

El solo hecho de imaginar su reacción, la angustiaba en sobremanera.

Mansión Ferrer...

Refugio se encontraba en la zona de la cocina terminando de prepararle el biberón a Génesis. Tras llegar a la Mansión lo primero que hizo fue pasar a verla a su habitación encontrándola aún dormidita, por lo que optó dejarla descansar un poco más, hasta que tocara el turno de alimentarla. Mientras hervía la leche, se dedicaba a fregar un poco la loza que al parecer el día anterior nadie se había dedicado ni tomado el tiempo de hacerlo, y si algo detestaba ella, era el desorden.

El rostro del mal (Finalizada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora