3~Nuevos Comienzos

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-Refugio, Victoria—comenzó a llorar con más fuerza—Ese muchacho del que les hablo es el hijo de mi nuevo patrón, Demian, al que me toca custodiar...y lo peor es que...—sollozaba con sentimiento—...es que no se acuerda de mí...cuando yo nunca lo he podido olvidar.

Refugio conmovida por lo que le estaba ocurriendo a su hermana la abrazó con fuerza buscando reconfortarla. Victoria por unos minutos se les quedó mirando, era un poco menos sentimental, pero al final del día eran trillizas y estaban conectadas de cierta forma y lo que le afectaba a una le afectaba a las otras, así que Victoria con toda y su frialdad terminó uniéndose al abrazo.
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Tres días después.

Esa madrugada las trillizas se habían levantado cuando apenas el reloj marcaba las cinco de la mañana. Cristina después de tres largos días comenzaba en su nuevo trabajo, tenía los nervios de punta solo de pensar en el hecho de que trabajaría para su amor de juventud, poco pudo pegar ojo esa noche. Mientras Victoria y Refugio maniobraban como todas unas conocedoras del tema, la dulce masa de unas magdalenas que tenían que entregar ese mismo día en la mañana.

-Victoria puedes dejar de picotear la masa que sobró, eso no servirá para hacer otra ración y venderla a los niños en las escuelas o en alguna dulcería—le regañó Refugio colocando una bandeja con magdalenas en el horno.

-Es que hacer esto me da hambre, huele genial—volvió a tomar otro trozo de masa y lo llevó a su boca.

-¡Victoria!

Cristina quien entraba en ese momento por la puerta de la cocina pudo ver el ambiente tan cortante que se estaba gestando entre sus hermanas.

-¿Y aquí que pasa?—miró a Victoria con una ceja arqueada—Siempre estás dando problema querida.

-Mira tú cállate que no tengo el horno para pastelitos hoy.

-Que buen chiste viniendo de ti; una dulcera tan eficiente—rió burlonamente.

-Cristina ya tú también por favor.

Por un minuto hubo silencio. Refugio aprovechó ese tranquilidad para preparar la mesa con un humilde, pero delicioso desayuno. Una vez sentadas en la mesa.

-¿Y a donde vaz hoy con tu nuevo patrón Cristina?—interrogó Refugio buscando romper con aquel silencio incómodo.

-No sé...a dónde él mande Refugio—responde bebiendo un poco de su leche de almendra—Aparte recuerda que esto de chófer es todo un paripé por petición de su propio padre.

Victoria se mantenía muy callada escuchando la plática entre sus gemelas.

-Me parece bien. Hoy yo y Victoria tenemos que ir a entregar un pedido de magdalenas a una empresa.

-Que pereza.

-Victoria no apartas nada bueno a la charla—la aludida le lanzó un pedazo de pan a Cristina quien se lo devolvió.

Por unos minutos más estuvieron "platicando" si es que se podía catalogar como tal. Porque lo que eran Victoria y Cristina jamás podían estar en un mismo espacio charlando como personas civilizadas, sin dudas la más consciente de las tres era Refugio.

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Ya llegada la mañana Cristina como diligente trabajadora partió a su primer día como guardaespaldas encubierta de Demián. Al llegar lo encontró en la puerta de la mansión tal vez esperando por ella.

-¡Buenos días señor Demián!—saludó cordialmente. Él por unos minutos se le quedó mirando de arriba abajo tipo aparición mística.

-¿Buenos días?—se quejó—¿Estas son horas de llegar Cristina?—mirando su reloj de mano—Hace como veinte minutos que mis hermanos ya salieron a la empresa y yo todavía aquí.

El rostro del mal (Finalizada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora