—Me presento Rufigio—aseveró ignorando el comentario antes lanzado—Soy Acacia...Acacia Maldonado, mujer de Dionisio, verdadera madre de Génesis Ferrer...—¿Qué cosas estás diciendo?, Refugio esto no es lo que parece—aclaró exaltado.
La morena los miraba a ambos sin emitir palabra alguna. Estaba tan confundida que sentía que no podía ni hablar.
—¿No es lo que parece? ¿Y según tú Dionisio, qué es lo que parece?
—¡Acacia cállate la boca!—gritó con evidente enfado. La aludida se apartó del escritorio donde permanecía recostada, y pasó a mirar a Refugio con una sonrisa retorcida.
—Bien enojón mi marido, ¿verdad Refugio?—rió con sorna—Digo como tu lo estabas...digamos que relajando hasta que yo llegara...supongo que ya lo conozca bien.
Refugio contó hasta diez, y con la poca calma que aún le quedaba aseveró en tono cortante.
—Mire señora, yo no estaba relajando a nadie como bien usted dice. Los problemas que tenga con SU MARIDO resuelvalos con él—contraatacó sacando a relucir a esa Refugio que no se permitía humillar por nada ni por nadie. Mucho menos por otra mujer.
La situación se salía de control y al parecer a ninguno allí parecía importarle.
—Tampoco se altere de esa manera que a su edad los infartos están a la orden del día—aquella últimas palabras las pronunció con cizaña mientras miraba a Refugio de forma altanera y burlona. Esta no se pudo contener más y guiada por el hormigueo que recorría su mano le pegó la cachetada de su vida, haciéndola tragarse sus palabras.
—A mí me respeta que no me conoce de nada y déjame aclararle algo, si se cree más mujer que yo porque goza de juventud lamento bajarla de su nube pero aquí mujer no es la que presume belleza y una buena figura aquí mujer es la que se hace cargo de una familia, de sus hijos, la que lucha día a día por merecerse ese título y a usted señorita Acacia esa credencial le queda bastante grande—la miró de arriba abajo con dejes despectivos—Con el permiso de ambos, Génesis me necesita para recurrir a su cita con el pediatra puesto que si es por sus padres no asistiría a ninguna.
—NO...NO...—Dionisio intervino negando con la cabeza en repetidas veces—Aquí la única que se tiene que ir eres tú—refiriéndose a Acacia—y desde ya te digo que no quiero volver a verte por estos lares.
—Ahí te has equivocado porque yo soy tu esposa además de la madre de tu hija, no me puedes privar de verla eso va contra la ley—él no pudo más y la tomó por el brazo antes de que terminara de hablar y prácticamente la arrastró hasta la salida tras la mirada ansiosa de Refugio.
—Eso debiste pensarlo antes. Génesis no te necesita.
—Eso ya lo veremos Dionisio Ferrer. Así tenga que mover cielo mar y tierra para que me regresen a mi hija lo haré...te juro que lo haré—luego de lanzarle una mirada homicida como la mujer altanera que era se desparramó por aquel pasillo rozagante de sus lozanos atributos.
Al momento que Acacia se marchó la tensión que había quedado en el ambiente se podía hasta cortar con un cuchillo.
—Me voy—anunció Refugio la tiempo que volteaba dirigiéndose a la puerta.
—No Refugio de aquí no te vaz hasta que no hablemos—su tono era algo irascible. Eso molestó aún más a la morena.
—No tienes ningún derecho a exigir cosas—él la sujetó bruscamente por el brazo y la estrechó contra él—¡Suéltame Ferrer!
—Tenemos que hablar.
—No quiero hablar se lo que vi. En vez de estar aquí intentando darme unas explicaciones que no me debes deberías ir tras tu esposa e intentar hablar con ella—salvajemente se soltó del agarre que él imponía—Me voy que tengo que llevar a Génesis con el pediatra—salió por la puerta ignorante de los gritos de Dionisio quien seguía cada uno de sus pasos.
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El rostro del mal (Finalizada)
FanfictionLa vida no te da a las personas que tú quieres, sino te da a las personas que necesitas. Estas personas a veces te ayudarán, a veces te "lastimarán"; a veces te abandonarán, a veces te amarán...pero sobre todo, te ayudarán a convertirte en la person...