Cristina lo besaba cada vez con más pasión. Le encantaba su textura, su olor característico a hombre y la solidez de las manos que le recorrían la espalda en movimientos ascendentes y descendentes.Se estremecieron de pies a cabeza cuando introdujeron las lenguas en sus bocas, las abrieron ansiosos por recibirlas.
Demián la capturó aún más. Sus labios seductores, además del aroma dulce a la par de picante tan de ella, lo enloquecían. Llevó sus manos al trasero de la mujer. Después subió nuevamente por su espalda creando nuevas sensaciones cada vez. No tenía la intención de tocarle los pechos, pero al palparlos y sentirlos tan firmes bajo la tela del sujetador, mandó todos sus reparos al fondo de su intelecto y le estrujó aquellas consistentes esferas que pedían a gritos taciturnos ser arrullados.
-Demián, detente, por favor... - susurró ella contrariada al ver como él le deshojaba un botón de la camisa.
Él se separó del cuerpo de la mujer. Apoyó sus manos en la periferia de sus caderas y con los dedos pulgares comenzó a trazar círculos imaginarios bajo la tela, surcando de placer la piel de Cristina.
Ella gimió y lo miró directamente a los ojos.
-¿Qué sucede? ¿No quieres estar conmigo? – hizo el amague por llevarla a la cama que moría por quemarse junto a ellos en la magma de la pasión, pero ella se apartó y comenzó a frotar su rostro consternada.
-¿No tienes nada para decirme...?
Dio un paso adelante, lo agarró de ambos brazos y con voz afanosa prácticamente le susurró:
-Te dije que te amo.
Cristina en su vida siempre mostraba la faceta de mujer firme y capaz, pero en el fondo estaba esa otra mujer que necesitaba ser amada, valorada. Siempre trataba de mantenerlas separadas, pero cuando estaba cerca de Demián todo ese poder se transformaba en un castillo de naipes. Un solo soplo, y todas las cartas que había barajado a su favor se venían a pique.
Débil.
-No confiamos el uno en el otro. Ni siquiera somos amigos, Cristina.
-¡Es que yo no quiero ser tu amiga! ¡Quiero ser tu mujer! ¡Tu amante! ¡La persona que esté a tu lado en momentos funestos! – golpeó su pecho y soltó - ¡Yo y solo yo!
-No digas más Cristina. Yo nunca podré amar nuevamente.
Ella percibía la desconfianza, el temor y el dichoso muro de negatividad que siempre se interponía.
-Eres un cobarde.
-Cobarde... - saboreó aquella palabra. Una risita satírica se abrió camino – Si por amar más allá de límite de la desolación. Soy un cobarde. Pues bienvenido sea ese cobarde.
-¿Es por ella verdad?
-¿A quién te refieres?
-A Cristi... - no pudo terminar de completar dicho nombre porque él se acercó y la silenció llevando un dedo a su boca. Trazó una caricia por el contorno de sus labios.
-A los muertos mejor dejarlos en sus tumbas.
Ella rompió el contacto a quemarropa.
¿Muertos?
¿De que muertos hablaba Demián?
-No entiendo que quieres decir. ¿Por qué me vienes con esas ahora? ¿Acaso para ti Cristina ya es mujer muerta? ¿Ya la desterraste de tu vida?
Era natural su confusión. Demián no dejó que ella se atrofiara más por lo que resolvió decir:
-Ojala todo fuera tan sencillo como haberla desterrado de mi vida. Cristina, ella murió hace años. Murió, dejó de existir.
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El rostro del mal (Finalizada)
FanfictionLa vida no te da a las personas que tú quieres, sino te da a las personas que necesitas. Estas personas a veces te ayudarán, a veces te "lastimarán"; a veces te abandonarán, a veces te amarán...pero sobre todo, te ayudarán a convertirte en la person...