32~El Comienzo Del Fin ll

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Capítulo dedicado a mi hermana AnaClaudiaFerrerMune Te adoro, erizo. 💕👯‍♀️🦔

-Intento marcarle a Refugio, pero no me toma la llamada - señaló Cristina.

Iban en un una camioneta chevrolet rumbo a la ciudad. Atilio hacía más de cinco horas había llamado para avisar que a Victoria se le había prestando el parto.

Cristina estaba emocionada y ansiosa, no le importaba los tumbos que daba el auto. La carretera estaba llena de boquetes y desniveles y en no muy buen estado. Los árboles que rodeaban el camino refrescaban la calurosa noche.

-Dionisio tampoco me atiende el teléfono. Sabrá Dios que estén haciendo esos dos a estas horas.

En ese momento Demián, que ejercía de chófer, esquivó un pequeño animal que se les atravesó por el camino. El auto hizo un movimiento brusco que le causó ascos repentinos a Cristina.

En el asiento trasero venía Acacia con la pequeña Génesis rendida entre sus brazos.

-Eres una animal, Demián - protestó Cristina -, si cuando nazca nuestro segundo hijo te vas a poner así de eufórico; mejor voy conduciendo yo.

Demián no puedo eludir observarla con adoración. Se acercó a ella, sonrisa en labios, depositó un clamoroso beso en su mejilla.

-Te amo, chaparra cascarrabias.

Cristina sonrió. Ese hombre era su afición.

-Yo también te amo, pero ahora atiende si no quieres que nos matemos - hizo una pequeña pausa, largó una risotada y luego agregó bastante animada -: Deseo que este bebé que viene en camino, sea varón y tan bello como su padre.

Acacia que iba escuchando todo en silencio, abrió la boca con fingida indignación y aportó su toque de sal a la conversación que mantenían sus padres.

-Oigan, me voy a poner celosa.

Cristina y Demián se carcajearon, a lo que el hombre respondió:

-No deberías, mi amor. Tú ya eres hermosa como tu madre - alzó su vista hasta el pequeño espejo que había colgado en el cristal delantero. Le guiñó un ojo y le lanzó un beso volado - Te amo.

Hospital Central CDMX:

Atilio estaba sentado al lado de Victoria moviendo su pie nerviosamente. Escucharla desgañitarse cada vez que le venía una contracción era realmente frustrante y más, sabiendo que él no tenía dominio sobre dicho calvario.

Por entonces eran las once de la noche y aún Victoria no había dilatado lo suficiente como para ser trasladada a la sala de parto y arrancar con el procedimiento correspondiente. El médico se los había advertido no más llegar al hospital; un alumbramiento podría durar de diez a catorce horas.

Las contracciones cada vez se hacían más rítmicas, progresivas e intensas. Existían de dos a tres cada diez minutos.

-¿Estás nerviosa? - preguntó Atilio mientra acariciaba el vientre de Victoria cariñosamente.

-En realidad no, sólo deseo que nazca ya. Me siento realmente mal, nunca había estado tan incómoda en mi vida.

-Tranquila, cuando Aarón nazca y esté entre tus brazos, todo estará bien - "supongo", pensó para sí. La abrazó por la espalda y le besó el cuello, mientras eso sucedía, alguien entró a la habitación.

Era la matrona que venía a tomarle la presión a Victoria. Monitoreó que todo estuviese bien, cuando fue así, hizo una pausa, y se quedó charlando con los padres primerizos con el fin de tranquilizarlos puesto que traían el estrés y la incertidumbre modelados a sus semblantes.

El rostro del mal (Finalizada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora