12~La Proposición

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Hotel Motel Segredo...

Un espantoso dolor de cabeza la ensartó y una terrible ascada le subió del estómago hasta la garganta tras intentar abrir los ojos. El techo encima suyo le daba vueltas y los deseos de devolver el estómago se acrecentaban cada vez más y sin poder retenerlo por mucho tiempo más se levantó casi corriendo hacia el cuarto de baño.

...

-Dios todo me da vueltas—jaló la cadena del vater y con mil esfuerzos caminó hasta el lava manos—¿Qué te está sucediendo Victoria?—hablaba con el reflejo que se mostraba en el espejo frente suyo. Rápidamente se cepilló los dientes y como algo que nunca acabaría, los ascos volvieron.

Tras terminar de asearse quedó mirando fijamente su figura en el espejo, y había algo que no encajaba en todo aquello. La sorpresa fue monumental cuando dio con la raíz del problema y vio su cuerpo completamente...¿estaba desnuda?

Con los nervios de punta se acercó nuevamente con brusquedad al lavamanos dejando caer algunas cosas al suelo; entre ellas un pomo de perfume que se hizo añicos al igual que la poca calma que le quedaba en el cuerpo. Salió prácticamente corriendo de vuelta a la habitación con la piel pálida y el corazón galopándole a millón por hora. Atilio quien ya había despertado levantó su vista y se puso de pie inmediatamente al ver el estado en que venía Victoria.

-¿Qué sucede Victoria?—se acercaba a ella.

-¡No te me acerques!—gritó tras salir del trance en el que estaba sumida. Como por instinto con sus pequeñas manos cubrió sus zonas íntimas y rápidamente corrió hasta la cama y como pudo tomó una sábana y la acopló a su cuerpo desnudo.

-¿Qué haces mujer?

-Debes irte Atilio—rodeó su cuerpo sin mirarle a los ojos—Y por favor vístete.

El citado suspiró con fastidio y prensó las manos en dos puños.

-Por segunda vez Victoria, ¿qué carajos te sucede?—se le acercó por detrás mientras ella buscaba torpemente algo en el armario.

-No me toques Atilio—advirtió cuando sintió dos potentes brazos rodearla por la cintura.

-Ayer no decías lo mismo cuando estabas entre mis brazos—le susurró al oído. Ella automáticamente cerró los ojos y mordió su labio inferior tentada, mas tenía que saber o al menos tratar de controlarse.

-¡Que me sueltes te digo!—lo empujó con toda la fuerza que su pequeño cuerpo le proporcionaba una vez se volteó. Atilio retrocedió dos pasos y con cara de pocos amigos la vio entrar nuevamente en el cuarto de baño.

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Casi media hora después fue que salió ya vestida, usando un traje completamente negro. Sin poder ocultar su sentir, suspiró con pesadez tras ver a Atilio aún ahí porque aunque vana tenía la esperanza que al salir, él ya no estuviera.

-Ahora si me vaz a explicar que sucede Victoria.

-¿El gran Atilio Montenegro pidiendo explicaciones?—la ironía le destilaba por los poros—Lo que sucede es que tu no deberías de estar aquí.

-Ayer no decías lo mismo.

-Y dale con la misma cantaleta...que ayer no estábamos en nuestros cinco sentidos, estando consciente jamás me volvería a acostar contigo.

Eso fue como un golpe bajo que dejó por el suelo la dignidad de macho de Atilio.

-Date cuenta con quien estas hablando Victoria Chavero—la tomó con poca delicadeza por el brazo y la atrajo hasta él—A mi ninguna mujer me toma por estúpido—ella alzó la barbilla tratando de intimidar—Y no me mires así, es la verdad. Estoy harto de ti, harto de tus complejos, ¿yo qué te he hecho?—gritó.

El rostro del mal (Finalizada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora