33~El Comienzo Del Fin lll

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-¿Qué sucedió? - preguntó Cristina en tono angustiado al percibir el semblante desencajado de Demián tras cortar la llamada - Habla Demián. ¿Qué pasó?

-Joselyn murió. Según me dijeron se suicidó en la cárcel. Se ahorcó.

Cristina dejó caer el dulce del bufete que hasta ese momento degustaba.

Pensó en Acacia. Prefería mil veces enfrentar un ejército de malosos y no tener que darle tal noticia a su hija.

Y no lo hizo. No allí. Los recién casados se disculparon con el colectivo de invitados, dijeron que había una emergencia, que debían irse cuanto antes. Tanto Demián como Cristina dejaron a sus hermanos a cargo de cerrar el evento. Ya luego les contarían la tragedia sucedida.

¡Precisamente ese día!

Hasta muerta Yoselyn les jorobaba su felicidad.

Cada uno tomó una mano de la joven y se la llevaron a la camioneta.

Refugio y Dionisio se quedaron bajo la supervisión de la pequeña Génesis quien no se despegaba del lado de su tía Victoria, dizque jugando con su primito Aarón.

Acacia tenía el corazón en la boca. No hacía más que mirar a sus padres, aunque no supiera qué decir o preguntar. Cristina estaba muy angustiada, muy nerviosa. Le temblaban las manos, respiraba fuerte, sudaba.

Y si no fuera porque debía ser el sustento de su hija en esos momentos, ya hubiera llorado. Tenía los ojos aguados y la nariz roja.

Demián frenó la camioneta de golpe. No podía soportar más la agonía del silencio. No podía llegar a la morgue sin decirle antes lo ocurrido a Acacia. Tomó valor de donde no tenía, quizás aunó cuanto valor había almacenado la vida entera para un momento así.
Para ese momento.

Acacia sabía que su padre estaba en medio de una encrucijada. Le puso una mano sobre la suya.

Demián la miró. Habló con voz apenas perceptible.

La joven retiró la mano de donde la había puesto y se desbordó en lágrimas.

Joselyn estaba muerta.

La mujer a quien reconocía como a su madre hasta hace un breve tiempo atrás...estaba muerta...así si más ni más...

Muerta.

Cuando llegaron a la morgue, Acacia se bajó a toda velocidad y tiró la puerta. En ese momento no recordaba, o no quería recordar cuán cruel y despiadada había sido Joselyn. Cuanto daño le había causado a sus propios padres. A ella misma.

Nada le interesaba. Solo quería verla por última vez y decirle aunque fuera tarde, que la perdonaba por no haber sabido amar.

-Sí, me duele mucho tu partida. No fuiste el ejemplo de madre que yo hubiese querido para mi vida, más sin embargo fuiste mi madre. Con tus defectos que eran más que tus virtudes, pero fuiste quien estuvo a mi lado durante veinte malditos años - tomó la mano descolorida y sin pulso de Joselyn y la besó. Lloraba sin poder rehuir del sentimiento de vacío que atacaba a su pecho - Descansa en paz. Y ojalá Dios, o quien sea, te reciba en su gloria eterna.

En ese momento uno de los tanatopractores entró y se colocó al costado de la joven en silencio. Con miramiento alzó un poco la sábana verde que cubría el cadáver y le mostró a Acacia algo que la dejó totalmente helada. Y no precisamente por la baja temperatura de la habitación.

En uno de los muslos internos de Joselyn estaba tallado a punta de navaja, el nombre de Demián.

Esa noche solo hubo silencio en la mansión Ferrer. Acacia contó en presencia de todos lo ocurrido en la morgue esa tarde-noche, Demián no quiso escuchar más. De repente no quería escuchar ni ver a nadie. Se sintió culpable por el sufrimiento de su hija. Se sintió culpable del suicidio de la rubia.

El rostro del mal (Finalizada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora