2~Reencuentros

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-¿Y ustedes no piensan darle la bienvenida a su hermana?

-¡Cristina!
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Luego de abrazarse y disfrutar de un merecido reencuentro. Refugio propuso tomarse un chocolate caliente, como cuando eran jóvenes y se pasaban horas y horas echando plática.

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-Que felicidad tenerte de regreso hermana.

Se encontraban reunidas en el living del humilde apartamento.

-¿Y tú Victoria no te alegras de tenerme de vuelta?

-Yo...sí—respondió sin emoción.

-Ya lo noto hermanita, tu alegría me contagia—repuso con ironía.

-Cristina, Victoria no empiecen. Hace apenas unas horas se volvieron a ver después de meses sin hacerlo...por favor.

-Es que yo no he dicho nada Chavero. Ella es la que empieza.

Refugio suspiró profundamente. Después de todo estaba alegre, hasta las discusiones de ese par extrañaba.

-Y cuanto mi hermana ¿Que estrellas se cayó para tenerte por aquí?—interpela Victoria. Cristina la fulminó con la mirada.

-¡Ya dije...!

Minuto de silencio.

-Bueno, para no hacerle la historia tan larga. Se me presentó un trabajo acá en México y tuvo que viajar.

-Que bueno hermana...y bueno ¿a quien te toca cuidar?

-No sé Refugio, mañana tengo la entrevista de trabajo.

Victoria se interesó por el tema.

-¿Qué se siente ser guardaespaldas?—le brillaban los ojos. Refugio se dio cuenta y sintió pena por ella, sabía que ese también era su sueño, mismos que no llegó a concretar.

-Es toda una experiencia. Estás todo el tiempo con la adrenalina por la nubes.

-Si entiendo—Victoria agachó la cabeza—Hacer pasteles también es divertido—bromeó.

-A mi me gusta—repuso Refugio.

-¿Cristina crees que mañana te pueda acompañar a esa entrevista?

-Victoria esto no es cosa de juego.

-Prometo comportarme, solo quiero ir ¿Que de malo tiene? Si no lo haces, acá Chavero me llevará con ella a comprar harina, azúcar y esas cosas que no me interesan.

Refugio le guiñó un ojo a Cristina.

-Está bien. Pero te compartas mensa—aceptó—Yo las dejo que tengo que descansar. Victoria mañana temprano despierta, nada de una hora más—advirtió.

-Cómo mande señora Cristina.
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Al día siguiente como en efectivo a Victoria se le pegaron la sábanas, pero a Cristina también. Al despertar miró su reloj y pudo comprobar que solo le quedaba una hora para su cita, por lo que tuvo que comenzar a hacer de pulpo y alistarse lo antes posible.

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-Victoria corre—salía desesperada por la puerta de la habitación.

-¡Ya voy!—salió en sujetador apenas abrochado su camisa.

Al llegar a la cocina ya Refugio les tenía una merienda preparada en bolsas. Suponía que por la hora que eran no les daría tiempo a desayunar, así que optó por prepáreselas para llevar.

-Tomen la camioneta...no es mucho pero bueno es mejor que ir andando.

-Gracias Refugio ¿Pero y tú en que vaz a hacer tus compras?

El rostro del mal (Finalizada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora