13~El Encuentro

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Un Atilio asolado, y deshecho que parecía escudriñar en su bebida algún tipo de bálsamo que hiciera doler menos su alma inquieta; bebía sin mesura de una botella de whisky que marcaba menos de la mitad. El nombre de Victoria había quedado desgastado de tantas veces que sus labios húmedos lo habían pronunciado esa tarde mientras que dentro de su subconsciencia barajaba la engorrosa situación en la que estaba inmiscuido y era personaje protagónico.

Era de noche y el bar estaba atiborrado de personas, en espacial de hombres que así como él, bebían en mesas apartadas mientras platicaban y hacían pasar el tiempo, sin embargo para él no pasaba. Sentía cada minuto como una eternidad lacerante que nunca tendría final. La imagen de Victoria acariciandose el vientre mientras le pedía que la dejara sola era como una agonía mortal que lo hacía caer en deceso lentamente y por más que deseaba borrarla a punta de alcohol, no lo conseguía.

Aturdido en el tumulto de pensamientos, quedó anestesiado con la mirada perenne en un punto abandonado del vacío, hasta que algo o mejor dicho alguien se robó toda su atención. ¡Victoria!—gritó su subconsciente—diversas veces parpadeó con la certidumbre y perspectiva de que aquel cuadro de Victoria saliendo escurridiza de un aislado corredor no fuese más que fruto de un complot entre su desleal corazón y de su subliminal estado de embriaguez.

Rápidamente se levantó de aquella silla con exabrupto captando la atención de todos los allí presente. Automáticamente la mayoría de las miradas se posaron sobre él, quien para ese punto corría casi sin fuerza haciéndose paso entre las personas tratando de alcanzar un objetivo que no sabía si era o no producto de su imaginación.

Una vez fuera no la vio, bailó su mirada de un lado a otro sin resultados fructíferos. Una sensación agotante lo azotó con voracidad e hizo que en silencio y con la respiración ajetreada pronunciara su nombre mientras una ráfaga de viento golpeó su rostro haciéndolo aterrizar en la realidad, una realidad de donde el mismo había decidido desterrar a Victoria y que ahora estaba lamentado sin siquiera tener un preciso porqué.

Cerca de allí a no menos de una calle, Victoria lloraba recostada a una resistente pared de concreto. Se sentía humillada y denigrada ante la propuesta tan asimétrica que le había sugerido el presunto Doroteo Martínez, ¿y lo peor?, que ella aún la saboreaba meticulosamente dentro de sus admisibles posibilidades.

La luz de un taxi iluminó su rostro empañado por las lágrimas que no cesaban de fluir cuál mar profuso. Rápidamente se irguió buscando dentro de aquella debilidad a la mujer fuerte que alguna vez había sido; secó sus lágrimas y abismó dentro suyo las que venían en camino.

-Necesito que me lleve al Hotel Segredo por favor—le pidió al taxista mientras tomaba asiento a su lado en el área del copiloto.

Mientras tanto Atilio quien aún no se dejaba vencer por sus atormentados pensamientos llegó a punta de zancadas al lugar donde minutos antes Victoria había estado llorando sin mesura, ¿lo que encontró?, un gélido vacío y un taxis a lo lejos que poco a poco se camuflajeaba entre la oscuridad de la noche y en la trivialidad de la distancia.

Mansión Ferrer...

En la zona de la cocina, Cristina, luego de estar casi media hora sumergida en su propio dolor había bajado a tomar un poco de agua para reponer todas esas lágrimas que había desechado. Las imágenes de lo ocurrido en la tarde no dejaban de proyectarse dentro de su cabeza armando un perfecto revoltijo de vagas sensaciones que odiaba sentir. Era imaginarse entre los brazos de Demián nuevamente y aquella zona que la hacía mujer respondía como la primera vez. Amaba a ese hombre sin tiempo para enmiendas.

De repente escuchó unas lejanas risas que provenían del jardín delantero. A la expectativa caminó hasta una de los ventanales de cristales con los que contaba la estancia y al rodar aquellas ostentosas cortinas vio al protagonista de sus angustias teniendo sexo de lo lindo con una de sus tantas "amigas".

El rostro del mal (Finalizada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora