19~La Verdad: Parte l

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Capítulo dedicado a BereniceFlores337 Un poco tardío, pero ¡Feliz Cumpleaños! 🎉🎈🎊🎂

Hotel Motel Segredo...

Luego de una pequeña caminata en silencio, Victoria y Atilio, llegaron al hotel una al lado del otro absortos en sus propios pensamientos. El único sonido que se escuchaba era el roce de las ropas mojadas con sus pieles y el mecimiento algo agitado de sus respiraciones.

—No es necesario que me acompañes hasta la habitación—luego de un largo silencio ella habló. Se encontraban en las afueras del hotel—Hasta mañana Atilio y que descanses—hizo el intento de retirarse pero él no se lo permitió. La tomó por el brazo y la arrimó a su pecho.

—Gracias—le miró lo labios—De no ser por ti...ahora yo estaría tras esas rejas—subió a sus ojos y vio en los de ella un deje de temor—Estás temblando.

—Tengo frío, estoy mojada...es normal—forcejeo un poco para librarse de esa cercanía que le causaba un sinfín de emociones—Déjame ir por favor.

—Necesito tomar un baño, no puedo tomar un taxi en estas condiciones y mi auto aún no me lo regresan—suavemente la fue soltando.

—Está bien, puedes subir y tomar un baño—retrocedió dos pasos—Pero después te vas, yo necesito descansar—se acarició el vientre y lo hizo a él partícipe de tan tierno acto. Asustado torció la mirada y carraspeo la garganta.

—Será mejor que subamos Victoria, estar así mojados no nos hace bien.

Ella asintió como por reflejo, y sin decir media sílaba más, giró sobre sus talones y con disimulo dejó escapar algunas lágrimas que se ocultaban con él agua de la lluvia. Atilio la observó alejarse, largó un exorbitante suspiro que captó las miradas de más de una de las personas que entraban y salían del hotel constantemente.

—¿Y tu qué miras?—le espetó con severidad a una señora que pasaba justamente por su lado y se le había quedado mirando de forma extraña—¿No tienes otra cosa que hacer? Por favor...—negó con la cabeza y salió de allí visiblemente enfadado.

Por otro lado Cristina se encargaba de empacar todas sus pertenencias en una pequeña maleta, ya la decisión estaba tomada y esa misma noche se iría de la mansión Ferrer. Gotas de dolor nublaban su mirada, era demasiado doloroso decirle adiós una vez más al hombre que amaba ¿Pero de qué servía amarlo? ¿De qué servía amarlo? Si él ni siquiera la recordaba.

Por un momento se hizo la ilusión de que al salir del baño lo encontraría ahí y le pediría que no se fuera, mas se equivocó, se equivocó porque cuando salió del baño, él ya no estaba. Había huido una vez más...igual que hacía veinte años atrás.

Pero de repente todo cambió.

—¡Quiero que me expliques por qué decidiste irte ahora!—gritó Demián entrando por la puerta. Ella abrió los ojos sorprendida y le mantuvo la mirada—¿Acaso fallé cómo hombre? ¿Tan malo soy en la cama?

Cristina pestañeo incrédula y se tomó unos minutos para procesar aquellas palabras de Demián.

—¿Acaso te quedaste muda?—furioso se plantó frente a ella—Dime Cristina ¿Tan mal te la pasaste?—ella seguía sin contestar—¡Habla maldita sea!

—¿Qué te pasa? ¿Estás loco?—lo empujó—¿Con qué derecho vienes a preguntarme semejante estupidez?

—¿Estupidez?—se mofó.

—Sí Demián, estupidez. Me parece increíble que todos tus problemas, tu vida, gire alrededor del sexo. Eso no lo es todo, hay otras cosas más importantes que unos simples orgasmos.

El rostro del mal (Finalizada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora