31~El Comienzo Del Fin

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Capítulo dedicado a fraaanr31 ¡Feliz cumpleaños, muñeca! 🎉🎈✨🎊🎂

-Cinco meses...

Con el espejo empañado producto del vapor que renunciaba el jacuzzi, con sus pieles chorreantes, y no sólo de agua; chorreantes de amor, frenesí y cariño, Dionisio y Refugio, celebraban su quinto mes de amorío sin fin.

La fragancia que seducía el entorno era una mezcla de caramelo acompañado de nuez y vainilla, proporcionándole a la pareja de enamorados un ambiente acogedor e íntimo.

Dionisio suministraba besos ardientes en toda la línea que anexaba el cuello y la oreja de Refugio. Se regocijaba en los tenues gemidos que abandonaban la boca de la mujer y en la forma que con su diminuta mano agarrotaba su pierna como si quisiera a través de la acción expresar la intensidad del momento y de sus sentimientos.

Deleite.

Arrebato.

Excitanción.

-Aún no comprendo por qué sentías tanto temor a decirme que estabas embarazada - con su mano vistió el desnudo y semivoluminoso vientre de Refugio; quien sonrió al percibir la tierna caricia que más tarde él le brindó - Aún recuerdo ese día. Estabas temblando.

-Lo recuerdas - la voz le salió acompañada por una carcajada que hizo eco en la estancia -, ahora me río, pero en ese momento tuve deseos de salir corriendo.

-¿Pensaste que no estaría de acuerdo, Refugio?

De momento su voz se tornó recta. Refugio suspiró y se frotó entre sus brazos que la tenían abrazada por el torso. Su espalda reposaba en el pecho de Dionisio.

Era una postura con sabor a hogar. A confianza absoluta.

-Creo que ese miedo es algo habitual en nosotras las madres primerizas - pretendió sonar convincente, fallando en el intento.

-No si la madre le tiene la confianza suficiente al padre. Usted hermosa dama consideraba que yo la iba a reprender por ese hecho, ¿o no?

Una risa compungida la inculpó en lo que estaba siendo acusada.

-Perdóname, mi amor. Y no es que no te tuviera la confianza suficiente, es...

Dionisio no la dejó terminar. Con el apéndice del su dedo índice profesó un agudo empuje en la zona de su mentón. Ahora gozaba del hermoso panorama de su perfil.

Le besó una mejilla.

Ella cerró los ojos ante el toque.

-No tienes que pedirme disculpas. No eres culpable de nada - le susurraba al oído - En todo caso el que te debe una disculpa mayúscula, soy yo. Yo fui quien cosechó todos esos temores en ti. Entiendo que mi comportamiento al principio de nuestra historia no fue el mejor. Fui un cretino. Un verdadero patán.

-No digas eso.

-Sí. Lo digo porque es la verdad. Mi verdad - hizo una breve pausa y continuó -: Quizá siempre estuve enamorado de ti y mi forma de demostrártelo era esa: expresando mis demonios en ti. Yo sólo sabía que no te podía sacar de mi cabeza y ese era mi mayor temor. Siempre lo fue.

-¿Me aborrecías?

-No. A ti no, pero sí a lo que estabas originando en mí.

-¿Y ahora? ¿Ahora también aborreces lo que sientes por mí? - localizó la mano de Dionisio bajo el agua y la atrapó. Ambas gravitadas y unidas sobre su panza se estrecharon como acentuando aquel nexo de adoración que existía entre los dos.

El rostro del mal (Finalizada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora