Capítulo 9: La celebración

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—¡Te queda perfecto! —exclamó Al con una sonrisa.

—¿Si? ¿Tú crees? —pregunté insegura mirando mi reflejo en el espejo. Llevaba ataviado al cuerpo un vestido azul marino de terciopelo, que hacía contraste con mi pálida piel, el pelo recogido en una coleta alta y unos tacones de color negro.

—Pues claro que sí tía.

—¿Crees que estaré a la altura de los estándares de Gio?

—Meadow, no tienes que vestirte para él ni para sus estúpidos cánones, pero una cosa te voy a decir, tendría que estar muy ciego como para no ver la chica tan increíble que tiene por novia —Alizee me dedicó una sonrisa mientras se abrochaba la pulsera del tacón.

En ese momento subió la madre de Alizee para avisarnos que el coche nos esperaba.

Cuando llegamos al polideportivo donde se organizaba la celebración visualicé a Gio hablando con unos socios de su padre.

—Hola, Gio —saludé cuando estaba a su lado.

Él pareció un poco molesto, pero enseguida pareció recordar que teníamos compañía y me dedicó una sonrisa fingida.

—Hola, cariño

¿Cariño?

Él nunca me llamaba por ningún apodo.

Me dejó un casto beso en la mejilla y miró a sus acompañantes—Esta es mi novia Meadow, Meadow los señores Nekoyashiki, Rinaldi y Fernsby, socios de mi padre.

—Encantada de conocerles —sonreí un poco y les estreché la mano.

Ellos comenzaron a hablar de negocios y yo me quedé allí plantada, un par de minutos después se marcharon y justo cuando iba a hacer lo mismo Gio me pasó un brazo por la cintura y me atrajo a su cuerpo.

—¿A dónde vas? —me susurró al oído con voz demandante.

—Con Alizee.

—No, quédate, quiero que te vean, es bueno para la empresa mostrar una relación estable —ordenó apretando el agarre.

—¿Qué me vean? —pregunté confundida.

—Sí, que te vean, hoy estás un poco más presentable y te has sacado algo de partido.

—No soy ningún trofeo Gio —espeté enfadada soltándome de su agarre.

¡No me lo podía creer! ¿Eso era lo único que le importaba? Ni siquiera me había mirado más de la cuenta, para él todo eran negocios y yo siempre estaba en segundo plano.

Iba tan cabreada que no vi a la persona que se cruzó en mi camino, cuando choqué contra el cuerpo levanté la cabeza para disculparme, pero la disculpa murió en mi boca.

—¿Daylen? ¿Qué haces aquí? —inquirí confundida.

—¡Sorpresa! —exclamó haciendo manos de jazz—. El azul te sienta bien — dijo en referencia a mi vestido.

Sí, a ti el negro también. El traje era sobrio y sencillo y el color resaltaba sus ojos. No pude evitar pensar que hacían juego con mi vestido.

—¿Se me escucha correctamente? ¿Sí? Perfecto —oí la voz de Pietro De Santis.

Todos los presentes nos giramos atentos al hombre en el escenario. Junto a él se encontraban el abuelo de Gio, Adriano, mi novio, los hombres de antes que hablaban con Gio y uno nuevo.

—Como todos sabéis, De Santis Enterprise lleva liderando el sector arquitectónico por más de 50 años, el día de hoy mi padre y fundador de la empresa, Adriano De Santis y yo queríamos agradecer el apoyo recibido durante todos estos años, pero tenemos algo más que anunciar —hizo una pausa de unos segundos—. La banca Watney Capital ha decidido financiar uno de nuestros proyectos más importantes de este 2021. Esta celebración es en su honor, una banca que mira al futuro y ayuda a mejorar las infraestructuras de nuestra ciudad —finalizó Pietro y se oyeron aplausos.

El Chico del Piso de ArribaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora