Capítulo 36: La policía

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—¡Vamos tenéis que ayudarme! —me quejé por tercera vez.

Se miraron entre ellos sin saber que decir.

—No se nos ocurre nada Meadow —se excusó Shaq.

Había llamado a Shaq y a Bryson para que me ayudasen con Daylen.

¿La razón? Hoy era su cumpleaños y no sabía que regalarle. Él ni siquiera me había comentado nada, a Nov se le había escapado mientras hablábamos por teléfono y ahora me encontraba en el centro comercial con sus dos mejores amigos que no me aportaban nada sustancial buscando un regalo de última hora. 

Lo iba a matar.

¿Cómo no me decía nada sobre su cumpleaños?

¿Qué clase de persona se olvidaba de algo tan importante? Digo, hoy era el día en el que nació semejante monumento.

—¡Vamos a ver, se supone que sois sus mejores amigos!

Como podíais comprobar, estaba bastante estresada.

A  Shaq se le iluminó la mirada.

—¿¡Qué Shaq!? ¡Vamos dime algo! —le aplasté las mejillas con mis manos—. ¡Dímelo!

—Me acabo de acordar de que tengo un cupón de un topping gratis en la heladería —sonrió con ilusión y se marchó dispuesto a recoger su helado, dejándonos solos a Bryson y a mí.

Lo fulminé con la mirada.

—¡Se acabó, ya estoy harta! ¡Me voy de aquí!

—Vamos, no te enfades —me rodeó los hombros con su brazo—. Lo sentimos, pero es que no se nos ocurre nada, siempre nos regalamos lo mismo entre nosotros.

—¿Y qué es?

—Pues... Shaq le regala entradas para un partido de los Kansas City Chiefs y Daylen relojes de marca. Yo le regalo a Shaq botellas de alcohol y él a mí un cheque de 15.000 dólares para que me lo gaste en lo que quiera —¿15.000 dólares? Bueno, eso no entraba en mis posibilidades—. A Daylen suelo comprarle libros y él coches de coleccionista.

—Eso es... muy caro —no me podía gastar tanto dinero, básicamente porque no lo tenía.

—Sí, y muy poco original ¿lo ves? No podemos ayudarte. ¿Por qué no llamas a las chicas? Seguro que a ellas se les ocurre algo.

—Sí —suspiré—. Eso haré. Si pensáis en algo llamadme y sobre todo no le digáis nada a Daylen.

—A sus órdenes señora —hizo un saludo militar y liberó mis hombros.

Rodé los ojos divertida y me fui de allí.

—¡Oh, venga ya! ¡Vosotras también no! —expresé fastidiada.

Mis amigas me miraron con miedo.

—Mhm... ¿qué tal una cena? —sugirió Nov.

—Muy típico.

—¿Y una cámara? —habló esta vez Al.

—No, tiene como cinco, no le hacen falta más.

—¿Y un libro? 

—Muy simple y Bryson ya le regala eso. Además, tenemos que terminar de organizar la fiesta sorpresa.

—¡Ya sé! —chilló con fuerza Al, con tanto ímpetu que las personas de la mesa de al lado se sobresaltaron y nos miraron mal—. ¿Te acuerdas del juego de chupar y soplar de Arkansas?

Asentí sin entender a que se refería.

—Le preguntaste a Daylen cuál era el uniforme que más le excitaba, cómpratelo y deja surgir la magia —hizo un movimiento con sus manos para decir lo último.

El Chico del Piso de ArribaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora