Extra 2: El chico II

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Daylen Watney

Iba a matar a Shaq.

¿¡Cómo se le ocurre ir de fiesta y mezclar pastillas con alcohol!?

A veces dudaba seriamente de que tuviese cerebro.

Y yo también, porque una vez más allá iba, a buscar a mi amigo a un club de mala muerte.

Aparqué el coche y unos chicos que había cerca se quedaron mirándolo, lo que me faltaba, que me lo robasen.

Una chica comenzó a vomitar justo a mi lado, hice una mueca de asco y me apresuré en llegar al local.

Después de esperar la cola llegué hasta el segurata.

—Entrada —fue lo primero que me dijo.

Hice una mueca—No tengo entrada.

—Pues entonces no pasas, ¡siguiente! 

Me aparté para que pasasen un par de chicos y volví a mi lugar—Escucha, no tengo entrada, pero estoy buscando a un amigo, está dentro y no va bien.

—Me da igual, sin entrada no pasas, ¡siguiente!

Volví a apartarme y cuando pasó una chica me planté delante suya—Tan solo voy a buscarlo y sacarlo de ahí —lo intenté de nuevo.

—He dicho que no, ¡siguiente!

Está vez no me aparté.

—¡Te estoy diciendo que tan solo necesito entrar para sacar a un amigo, solo eso!

—Y yo te estoy diciendo que no puedo dejar pasar a nadie sin entrada.

—¡Puedes entrar conmigo si quieres!, ¡no me voy a poner a bailar! —exclamé un poco alterado. Lo único que quería era sacar a Shaq y llevarlo a un hospital o a mi casa, depende de cómo se encontrase.

—No —sentenció el segurata.

Justo cuando iba a contradecirle, una chica me apartó con un empujoncito.

Abrí la boca para replicarle, pero las palabras no salieron, en su lugar me quedé atónito, asombrado, maravillado y cautivado.

Era preciosa. 

Tenía el pelo castaño rojizo recogido en una cola, sus ojos eran de un verde oliva acompañados de unas largas pestañas, los labios estaban pintados de rojo y lucían llenos y carnosos y tenía una nariz perfilada preciosa.

Seguí recorriéndola con la mirada.

Llevaba un vestido negro ajustado, que realzaba sus atributos y unos tacones a juego que la hacían parecer más alta, aun así seguía llegándome a la altura del pecho.

—Hola —saludó con una sonrisa.

Tenía una voz armoniosa, aunque un poco más aguda de lo normal.

—Entrada.

—Sí, sobre eso, he tenido un pequeño problemita, no la tengo —se excusó sin borrar la sonrisa de su rostro.

Yo seguía pasmado.

Era la chica más hermosa que había visto en mi vida.

El segurata rodó los ojos—Sin entrada, no pasas.

—Mira, la tenía, de verdad, pero la he perdido, ¿no podrías hacer una excepción? —preguntó inocentemente.

—No.

—Por favor —suplicó haciendo un pequeño puchero con sus labios.

Quise besarlo en ese preciso instante.

El Chico del Piso de ArribaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora