Capítulo 17: El teléfono

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Sonreí sin abrir los ojos.

—Daylen, para —me quejé, pero él seguía acariciándome la nariz—, Day —abrí los ojos y donde esperé ver a Daylen estaba mi chinchilla dándome golpecitos con su cola—. ¿Daylen? —me incorporé de la cama y comencé a buscarlo por el apartamento, pero no había rastro de él.

En su lugar, una nota en la cocina explicaba su ausencia.

"Kákapu, he tenido que salir, que sepas que me ha costado mucho dejar tu cara babeante. Tranquila, la próxima vez no me la perderé por nada del mundo".

Rodé los ojos y me guardé la nota en el bolsillo del pantalón.

—¿Te parece si hoy hablamos de la relación con tu familia?

—No hay mucho que decir —me removí en el sillón—. Simplemente nunca me he llevado bien con ellos.

—¿Con ningún miembro?

—No, somos una familia pequeña, no tengo muchos primos ni tampoco hermanos y al alejarme de mis padres también lo hice del resto.

—¿Cuánto hace que no hablas con ellos?

—Un año —murmuré con las mejillas sonrojadas.

—¿Quieres decirme por qué?

Asentí y  empecé a jugar con mis dedos.

—Mis padres... deseaban tener mucho más dinero y ser como las familias ricas del estado, siempre han querido que fuera una hija modélica y yo no lo era —me encogí de hombros—. Cuando empecé mi relación con Giovanni y descubrieron que era millonario simplemente todo fue a peor, me forzaron a estar a su altura y la presión que ejercían sobre mí era insoportable.

—¿Y nunca hablaste con tus padres de cómo te sentías?

—No —meneé la cabeza—, Bueno, un día llegué a estar tan cansada de todo que exploté y entonces dejaron de pasarme dinero y tuve que dejar la universidad porque no pude pagar la matrícula.

—¿Y ahora, tus sentimientos, tus emociones... han cambiado?

—Yo... los extraño a pesar de que no eran los mejores padres del mundo, pero no me arrepiento de decirles lo que pensaba, me sentía tan abrumada con todo que me dejé llevar y me sentí libre, me quité un gran peso de encima.

—¿Y por qué ese cambio? ¿Por qué en ese momento?

—Creo —me aclaré la garganta—. Me di cuenta de que pasé tanto tiempo intentando contentar a todos que...  que dejé de contentarme a mí misma.

—¿Eso es algo que te sigue ocurriendo?

—No, al menos no con tanta frecuencia, estoy intentando no complacer a los demás y pensar más en mí, Gio era el último vestigio de aquello y ya he roto los lazos que me hacían actuar de esa forma.

—Hoy te veo bastante feliz, ¿quieres hablar de ello? —preguntó con el entretenimiento reflejado en sus ojos.

—He conocido a alguien —murmuré y se me escapó una sonrisa al pensar en mi vecino—. De hecho hace bastante tiempo que lo conozco pero no fue hasta hace unos días que realmente me di cuenta de que me gustaba.

—¿Cómo se llama? —se echó para adelante con interés.

—Daylen.

—Es un nombre curioso —pensó en voz alta—. ¿Y qué es lo que más te gusta de él?

—Su personalidad —respondí al instante—, Él es divertido, algo travieso, simpático, relajado, amable y... me trata bien, nunca me ha levantado la voz, siempre respeta mis opiniones y mis límites. Era algo que no me pasaba desde hace mucho tiempo, con él puedo ser yo misma, no tengo que fingir.

El Chico del Piso de ArribaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora