Capítulo 25: El coche

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—¿Entonces... japonés?

—Sí, se me da bien.

Le entregué la taza de chocolate caliente a Nov y la de té rojo a Alizee.

—No fumes en mi apartamento Shaq.

—Lo que tu digas cuñi —encendió el cigarro y se apoyó sobre la puerta de la terraza, abriéndola un poco para que saliera el humo.

Lo miré mal por unos segundos y desvié mi atención a las chicas.

—¿De qué hablabais?

—Quiero aprender un nuevo idioma —dijo Nov dándole un sorbito a su bebida.

—¿Y te decantas por el japonés?

Era uno de los idiomas más difíciles del mundo, al menos para mí.

—Sí, ¿tú sabes la de series japonesas que me he tragado? Son un vicio, una vez que empiezas no puedes parar.

—Como fumar —habló Shaq haciendo aros de humo.

—Daylen me dijo que fumaba en el instituto, ¿os enganchasteis allí?

—Sí. Mi primer porro me lo fumé a los doce años y Daylen empezó con el tabaco a los quince. Se fumaba algunos cigarrillos entre clases pero lo dejó pronto. Lo retomó a los diecinueve y llegó hasta tal punto que yo —se señaló a sí mismo—, tuve que decirle que parase. Era como una chimenea.

—¿De verdad? —pregunté sin poder creérmelo. No lo había visto fumando ni una vez desde que lo conocí.

Nov asintió con la cabeza.

—Mi hermano era una pulga inconformista y enfurruñada cuando llegó a nuestras vidas, se fue adaptando con el tiempo y floreció su verdadero ser, alegre y vital y así fue durante toda su época escolar. Tenía sus pequeños momentos de rebeldía pero nada fuera de lo normal, pero —se cortó a sí misma cuando vio que iba a decir algo que no debía.

—¿Pero qué? —pregunté curiosa.

—Mmm —Shaq y Nov compartieron una mirada, Shaq se encogió de hombros y habló—. A los diecinueve se volvió loco. No paraba de beber, ir de fiesta todos los días y fumar, hasta abandonó la carrera. Era todo un matón, se peleaba con cualquiera y no nos escuchaba a ninguno de los dos. A nadie en realidad.

—¿Por qué? —preguntó interesada Al.

—Eso no lo sabemos, es una etapa de la cual no le gusta hablar.

Me quedé pensativa por unos segundos hasta que Nov se dirigió a mí.

—¿Te gustaría aprender algún idioma? Podríamos apuntarnos juntas.

—Francés —musité—. Pero ahora mismo no puedo gastarme dinero en nada de eso, la pobreza amigos —acaricié a Copito, que acababa de despertarse de su siesta. Lo único que hacía era dormir, comer y mirar mal a todo el que se le cruzase.

—Yo soy bilingüe —soltó Shaq con una pequeña sonrisa malvada en el rostro.

—¿Eres bilingüe? —cuestioné—. ¿Qué idiomas hablas?

—Soy bilingüe porque soy capaz de meterme dos a la vez —señaló su boca e hizo un gesto obsceno. Al principio fruncí el ceño, pero acabé riéndome a carcajadas junto a los demás.

—Voy a abrir —me levanté aún soltando algunas risas cuando sonó el timbre.

—Buenos días —saludó feliz mi vecino entrando al apartamento.

—Hola, ¿a qué se debe tanta felicidad? —pregunté enarcando una ceja.

A Daylen se le escapó otra sonrisa, me atrajo a su cuerpo levantándome unos centímetros del suelo y susurró en mi oído:

El Chico del Piso de ArribaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora