Capítulo 7: Los niñeros

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—Es feísimo ¿verdad?

—Eh... no Alizee, no lo es.

—Claro que sí, es evidente por la cara que has puesto.

—No, te aseguro que no es eso, es que yo no entiendo nada del tema.

—Pero aun así puedes decirme si es bonito o no.

—El diseño es muy... original.

—Vamos, que es una mierda —Alizee suspiró con hastío tirándose en la cama.

—Al, venga, no te desanimes, puedes pensar otro.

—¡No! Ya no me da tiempo, hay que presentarlo en tres días y es la única forma de demostrarle a mis padres que la moda se me da bien.

—A ver, ¿qué es lo que hay que hacer? —se tumbó apoyando la cabeza en mi regazo.

—Un diseño de ropa, calzado, accesorio o que esté relacionado con la moda.

No sabía por qué me pedía ayuda a mí, yo era nula en cualquier cosa relacionada con el estilo, pero el vestido que había dibujado era horrendo, eso sí que podía asegurarlo.

—¿Y si unes ingeniería con moda? Al fin y al cabo son las dos cosas que te gustan.

Giró sobre su eje para mirarme—¿Cómo hago eso?

—Podrías diseñar un espejo virtual que deje probar ropa sin necesidad de llevarla puesta, así la gente se ahorraría tiempo.

—¡Tía! ¡Eso es genial! —se levantó de un salto y me abrazó con fuerza.

—Ya, ya lo sé, asegúrate de escribir mi nombre cuando lo patentes.

Me dio un beso en la frente ilusionada—Vale, pero yo me quedo con el 70% de las ganancias —siguió con la broma—. Espera, yo estudio ingeniería aeroespacial no industrial.

—¿Y no conoces a nadie que estudie industrial?

—Tal vez Verónica conozca a alguien, le preguntaré.

—Perfecto, ¿ya podemos irnos?

—Te hace ilusión ¿eh?

—Sí —sonreí como una niña pequeña.

—Venga, vámonos —cogió el bolso y salimos de su casa.

—¿Los has llamado? —me preguntó Al mientras aparcaba el coche.

—Sí, pero no me lo cogen. Vamos a entrar y los esperamos ahí.

Cuando estuvimos dentro no pude evitar esbozar una sonrisa ilusionada. Izan quería volver a vernos, así que Daylen, Shaq, Alizee y yo habíamos decidido llevarlo a un parque de trampolines con paredes elásticas y piscinas de gomaespuma, en realidad había propuesto yo el plan, siempre había querido venir a un sitio como este y nunca lo había hecho.

—¡Ahí están! —exclamó mi amiga dirigiéndose hacia el grupo.

—¡Meadow! —Izan se soltó del agarre de Shaq y corrió hacia mí, me agaché para levantarlo y le di un besito en la mejilla.

—¿Cómo estás pequeñín?

—Tengo ganas de jugar —yo también Izan, yo también.

—Pues vamos —nos acercamos al mostrador para recoger nuestros tickets y los calcetines—. Mira Izan, son de dibujitos —creo que era la única que compartía el mismo entusiasmo que el niño de 5 años, ¿debería preocuparme?

—Hola a ti también kákapu —Daylen se acercó a nosotros con otro par de calcetines en la mano.

—Hola, desteñido —contesté con una sonrisita, él odiaba su mote tanto como yo el mío.

El Chico del Piso de ArribaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora