Capítulo 38: El campamento

106 11 4
                                    

—Buenos días.

—Buenos días, venía a ver a Lorene Rhodes.

La señora, Cloe, pareció reconocerme.

—¡Tú eres la chica que vino con Daylen! —exclamó con alegría—. ¿¡Su novia verdad!?

Asentí con una sonrisa.

—Lorene está en su habitación, la número veintiocho —explicó.

Le di las gracias, me coloqué el pase de visitante y me marché en su búsqueda.

Toqué la puerta y escuché un "adelante".

Abrí y me adentré en su habitación.

Estaba sentada sobre su cama, haciendo punto de cruz.

Tenía una habitación pequeña, pero bastante acogedora.

Llevaba el pelo recogido en un moño, un traje floreado y me miraba con una sonrisa en el rostro. Estaba preciosa.

—Hola, cariño.

—Hola señora Rhodes, le he traído unas flores y unos bombones —sonrió agradecida y dejé las cosas sobre una pequeña mesa.

—¿Mi hijo no ha venido? —preguntó algo temerosa.

—No —me senté frente a ella—. Se rompió el dedo del pie y ha tenido que estar un mes en reposo, no ha podido salir mucho y ahora está preparando algunas cosas para una acampada.

—¡Oh! ¿Os vais de acampada?

—Sí, el grupo entero —sonreí—. Nos vamos dentro de una hora.

—¿Y qué haces aquí? —preguntó afectuosa—. Tendrías que estar preparándote para todos aquellos bichos y mosquitos —dijo haciendo una mueca de desagrado.

—Eh... sí, pero quería hablar con usted.

—¿Sobre mi niño, cierto?

Asentí y entrelacé nuestras manos, cruzando los dedos y rezando para que no le molestase aquello que iba a decirle.

—Pues habla cariño.

Tomé aire y comencé a decirle todo lo que había estado pensando desde que la ingresaron en el hospital.

—Daylen es su hijo, no su niñero ni tampoco su cuidador. No tiene porque aguantar lo que ha aguantado durante tanto tiempo, si bien mantiene contacto con usted es porque él lo decide así, porque no quiere dar por perdida la relación con su madre y porque la quiere con todo su corazón, pero si no pone de su parte, si no cambia, acabará perdiéndolo por completo y se sentirá angustiada y sola. Daylen es un gran chico y no se merece por lo que está pasando. Sé que no es su culpa por completo y que lo está intentando, pero debe hacerlo con más ímpetu. Tiene apoyo y eso es algo de lo que muchos otros no pueden presumir, su hijo es alguien que está dispuesto a estar con usted, a ayudarla a superarlo, pero no debe de recaer todo el peso de la rehabilitación en él, será duro y le costará, pero debe ser fuerte por usted misma, por su hijo y por su relación. Es su madre y la quiere con locura y es por eso que jamás se atrevería a decirle lo que yo le estoy diciendo ahora.

—Lo sé —se limpió algunas lágrimas—. Lo he intentado, lo prometo.

—Pues siga haciéndolo —apreté nuestro agarre—. En la clínica le han ayudado a soportar los efectos de la desintoxicación, le han dado pautas para superarlo y aguantarlo. Usted es más fuerte que las drogas, mucho más de lo que cree. Piense en algo más, distraiga su mente de las tentaciones, borre el número de quien sea que le suministre las sustancias o no salga de su casa, pero por favor no recaiga otra vez, no tire por la borda todo lo que ha conseguido.

El Chico del Piso de ArribaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora