Capítulo 37: La bolera

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—¡Frena, frena!

—¡Estoy frenando, es que esta cosa no funciona!

—¡Estás pisando el acelerador!

Retiré el pie frenando en seco.

¡Dios! ¿Quién iba a decir que conducir correctamente era tan complicado?

—Madre mía kákapu —dijo sin aliento soltando la agarradera a la que había estado sujetándose con fuerza—. No mentías cuando decías que eras una suicida al volante.

—No, no lo soy —le llevé la contraria a pesar de no tener razón. Era la costumbre.

—¿Cómo siquiera te sacaste el carnet? ¿Acaso el examinador era ciego? 

Fruncí el ceño indignada.

—¡Tampoco conduzco tan mal!

Me miró como si estuviese loca.

—No es tan complicado, te lo he explicado cinco veces. Menos mal que hemos alquilado el circuito, si no ya habrías atropellado a más de un peatón.

—¡Es que es muy complicado. Además, siempre pienso que voy a tener un accidente! —me quejé haciendo un puchero.

Daylen suspiró.

—Bueno, volvamos a intentarlo, con la práctica mejorarás —dio un golpecito con su dedo índice en mi puchero—. Tan solo tienes que ser menos brusca, el coche es tu amigo no tu enemigo.

—Seguro —suspiré derrotada—. Gracias por aceptar enseñarme, pensé que ibas a negarte —sobre todo porque era su coche y valía un riñón y medio.

—Sabes que no sé como decirte que no a nada —eso era verdad, y me encantaba—. Tal vez es problema del Mercedes —intentó consolarme—. El coche con el que te examinaste era distinto.

—Daylen —suspiré—. El problema es mío, todos lo sabemos.

Arranqué de nuevo el motor e intenté tranquilizarme.

—Pisa suavemente el acelerador. Así, perfecto y ahora un poquito más fuerte, bien ahora frena —frené en seco de nuevo.

—Tenemos que perfeccionar eso último, pero por lo demás tampoco vas tan mal —sabía que lo decía para no hacerme sentir mal, pero se me daba fatal.

—Como sea, cámbiame el sitio, acabo de entrar en depresión —abrí la puerta del coche y salí de él.

—No seas dramática kákapu, mejorarás con el tiempo.

No creía que eso fuera posible.

—Míralo por el lado bueno, tampoco se te puede dar peor —oí decir a Shaq, quien nos había acompañado porque no tenía nada que hacer.

Daylen miró mal a su mejor amigo y él se defendió con un "solo digo la verdad".

Daylen arrancó el motor.

—Oye, Meadow —empezó a decir Daylen un poco tenso—. Eh... Dahlia me ha llamado, quiere quedar con nosotros para ir a la bolera, en una cita doble como la de la otra vez.

¿Otra vez?

¿Para qué? ¿Para seguir molestándonos?

Ni siquiera había hablado con Daylen lo que dijo en la fiesta.

Tenía dos opciones, decirle que no y dejar que ella supiera que me había afectado todas nuestras conversaciones o ir y plantarle cara.

Quedarme en mi casa con Copito sonaba como una buena opción, no tenía muchas ganas de ver la armoniosa cara de Gargamel.

El Chico del Piso de ArribaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora