《Capítulo 40》

582 88 157
                                    

Addison Miller


Abrí lentamente mis ojos, sintiendo como la luz de la habitación les provocaba un ligero ardor. Me incorporé en la camilla, sintiendo como un leve dolor se extendía por todo mi cuerpo.

Miré a mí alrededor, topándome con los ojos cristalizados de mi madre y los ojos cansados de mi padre. Ambos sentados en unas sillas.

Miles de recuerdos comenzaron a pasar por mi mente, cada escena de se repetía una y otra vez en mi cabeza. Y el recuerdo de él cuerpo de Harry sin vida, provoco que aquel vacío en mi pecho se presentara.

—¿Dónde está? —pregunté alterada arrancando los cables que se encontraban pegados a mi cuerpo—. ¡¿Dónde mierda esta Harry?!

—Tranquila cariño —susurró mi madre abrazándome con lágrimas en sus ojos—. ¿Dime que estás bien?

—¿Dónde está mamá? —pregunté sintiendo como si mi corazón se cayera a pedazos. Sabiendo la respuesta de aquella pregunta me destruiría—. Dime que él está bien. Por favor, mamá.

—Rydel despertó —Arrojó aquella bomba dejándome en algún tipo de shock.

Guardé silencio, intentando asimilar que mi mejor amiga que se encontraba en coma, había despertado.

Y aunque suene egoísta, en estos momentos solo me importaba Harry, porque era en lo único en que mi mente podía pensar,

—¿Dónde está? —pregunte nuevamente—. Él está bien, ¿verdad? Está esperándome detrás de esa puerta, ¿cierto?

Mi madre guardo silencio.

—Él está bien, ahora solo dime donde debo ir para poder verlo —afirmé—. Necesito verlo ahora, ¿dónde está? ¡Solo dilo!

—¡Harry está muerto! —exclamó mi madre.

Mi corazón se cayó a pedazos, y un grito desgarrador salió de mis labios temblorosos.

Negué una y otra vez, sintiendo como mi madre me tomaba de los hombros en el estúpido intento de calmarme.

—¡No, no! ¡Harry! —Bajé de la cama con rapidez, saliendo de la habitación. Caminando alterada por los pasillos del hospital.

Observé cada ventanilla de cada habitación, hasta que mis ojos se toparon con aquel cabello rebelde que reconocía a la perfección.

Entre si aviso previo.

—Harry. —Lo llamé observando su piel blancuzca.

Él no respondió.

Caí al suelo con lágrimas en mis ojos.

El ya no estaba, él se había ido.

Él no podía estar muerto. Él era el amor de mi vida.

Dicen que en la vida mueres dos veces. Cuando dejas de respirar y cuando el amor de tu vida muere entre tus brazos, cuando dice tu nombre por última vez. En donde le suplicas al cielo de que todo esté bien, de que todo allá sido una maldita pesadilla.

Si hubiera sabido que era la última vez, lo hubiera abrazado por más tiempo, lo hubiera besado como nunca antes lo había hecho.

Sentí que unos brazos me tomaron por la cintura llevándome nuevamente a mi habitación.

—¡Harry! —Volví a gritar sintiendo como mi garganta comenzaba a arder—. Vuelve por favor, no me dejes.

[ ... ]

Nuestros Propios Demonios |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora