《Capítulo 18》

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Addison Miller

Ya habían pasado dos semanas desde que había encontrado las cajas y desde aquel beso con Harry.

La situación al estar solos se había vuelto un poco incómoda, un poco vergonzosa. Solo éramos simples amigos que se habían dado un beso candente, pero que no se animaban a volver a hablar sobre el tema.

Suena ridículo, ¿verdad?

Hoy, día lunes, comenzaban las apuestas para ver quién era capaz de hacer reír al profesor Brown y las pequeñas exposiciones que hacíamos dentro del colegio. Todos los años las exposiciones comenzaban una semana después de las apuestas, pero este año, los profesores quisieron hacerla una semana antes de la fecha acordada.

Olvidé mencionar que los profesores no tenían ni la menor idea de estos tipos de apuestas dentro del establecimiento escolar y tampoco queríamos que se enteraran, tal vez a mí no me importaban las apuestas, pero estaba segura de que si ellos se enteraban de todo serían capaces de castigar a toda la secundaria superior. Es por eso que este año debíamos ser más cuidadosos y cautelosos.

No quería ser expulsada o ir a un curso de verano en mi último año, suficiente ya tenía con la mierda de Michael. Lo peor, aun no terminaba de resolver la mitad de mis problemas, pero por suerte contaba con ayuda.

Estaba esperando a Harry, ya que él me llevaría al colegio; mientras, en el camino, me iba a contar su plan para hacer reír al profesor Brown.

El timbre sonó y supe que era él.

Bajé rápidamente las escaleras, pero al abrir la puerta no había nadie. Por inercia decidí mirar hacia abajo. En el suelo se encontraba una carta del mismo color que las anteriores y con el mismo sello que la anterior.

—¡Ey! —Escuché que alguien gritó.

Giré mi cabeza hacía el lado derecho y pude ver que Harry venía corriendo rápidamente.

—¿Qué sucede?

—Lo vi —dijo mientras apoyaba las palmas de sus manos sobre sus rodillas y se encorvaba para poder descansar—. Vi al que te dejó la carta, bueno algo así.

—¡Cómo que algo así! —exclamé desesperada.

—Todo su cuerpo, incluso su rostro, estaban tapados y sus prendas eran de color negro —respondió levantándose lentamente—. Subió a una camioneta y se fue.

—¡¿Y eso de que mierda me sirve Harry?! —respondí más alterada que antes—. No viste su rostro, así que tu carrera hasta aquí, fue en vano.

—Pero si la matrícula de su auto —dijo con una pequeña sonrisa de lado.

—No sé si quiero golpearte o besarte —contesté arrepintiéndome al instante de lo que había dicho.

—Me gusta más la segunda opción —respondió riendo—. La matrícula es AB295HD.

Saqué mi cuaderno y un lápiz de mi mochila, no sabía exactamente cuándo iba a servirme la información sobre la matrícula, pero sabía que en algún momento la necesitaría.

—Te llegó otra carta, ¿verdad? —preguntó Harry.

—Sí, pero quiero leerla después de clases —indiqué—. Quiero que un día de mi puta vida sea normal.

—Entonces hoy lo será —contestó—, hoy me ayudarás con las bromas.

—Pero hoy son las exposiciones —contesté esperando a que Harry me dejara libre de la tonta apuesta que habíamos hecho después de la carrera.

Nuestros Propios Demonios |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora