Harry Reynolds
—Sabía que te gustaba Savannah. —Decidí hablar cuando llegamos a la habitación.
—No sé lo que siento —contestó Noah pasan su mano sobre su cara. Estaba frustrado—. Me hace sentir feliz, puedo ser quien yo quiero ser a su lado porque sé que no va a jugarme. Me hace sentir...
—Completo. —Terminé de decir por él—. Dile lo que sientes.
Tal vez no era la persona indicada para este tipo de consejos, pero mis palabras podrían ayudarlo, como también hacer que todo se vaya a la mierda.
Ese era mi súper don.
—¿Seguro? —preguntó dudoso— ¿Y si no me acepta? ¿Y si hay alguien mejor que yo?
Me quedé en silencio por algunos segundos, no sabía que responder. No era algo fácil de responder, todos somos diferentes, pero eso no hace que unos sean mejores que otros.
—Seguro que hay alguien mejor que tú —contesté recibiendo una cara de disgusto por parte de Noah—. Pero Noah, ella te ama a ti y tal vez tengas razón. Tal vez, haya mejores personas que tú, pero entre todas las personas que Sav ha conocido te ha elegido a ti. Ella te eligió por lo que eres, no por lo que tienes. Ha aguantado todas las peleas entre ustedes dos y aun así te ama.
Me sentía todo un poeta de la época victoriana.
—Gracias —respondió Noah. Abrazándome con fuerza—. Tú deberías hacer lo mismo con Addison, pero decirle realmente lo que sientes, no que te gusta. Si no que la amas.
Aquellas palabras resonaban una y otra vez en mi cabeza.
Mi relación con Addison era extraña, no teníamos un título. Sin embargo, no creía que lo necesitáramos. A veces no estaba seguro de confesar lo que sentía, ella ya lo sabía, de eso no me cabía duda, pero aun así quería demostrárselo.
El sonido leve de que alguien golpeaba la puerta hizo que ambos nos calláramos.
—Pase —ordenó Noah, mientras que la puerta se abría lentamente y la pequeña cabeza de Savannah se asomaba.
—Es mejor que los deje solos —dije sonriendo levemente, saliendo por la puerta para ir en busca de Addison.
Recorrí los largos pasillos de aquel hotel en busca de Addison. Tenía algo especial para ella, que venía planeando desde que llegamos al hotel.
Seguí caminando por aquellos blancos y espléndidos pasillos, hasta que me topé con la puerta número treinta y seis; la habitación en donde se encontraba Addison. Toqué levemente la puerta y escuché un "pase" del otro lado.
—Oh, hola —dijo Addison con una leve sonrisa.
—¿No era lo que esperabas? —pregunté arrugando mi ceño, provocando que ella riera.
—Créeme, eres más de lo que esperaba —respondió con una gran sonrisa—. ¿Qué necesitas?
—No necesito nada.
—¿Y entonces que haces aquí?
—Tengo una sorpresa para ti —comenté viendo como una sonrisa se asomaba en su rostro.
—Creo que ya me has dado demasiadas sorpresas.
—Nunca es demasiado y nunca lo será —contesté acercándome lentamente a su cuerpo—. Solo necesito unos segundos para prepararla.
—Seguro —respondió.
—¿Me esperas?
—Te espero.
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Nuestros Propios Demonios |EDITANDO|
Novela JuvenilEn un mundo lleno de maldad en donde los verdaderos monstruos somos los seres humanos, las consecuencias caen tanto en el más culpable como en el más inocente, Addison y Harry saben muy bien eso. Ella es reservada y el mundo se ha ganado su odio. De...