《Capítulo 9》

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Addison Miller

A lo lejos pude divisar a Savannah pateando la rueda de su auto.

—¡¿Qué haces Savannah?! —gritó Noah comenzando a correr.

—¡Intento descargar mi ira! —respondió Savannah a gritos—. ¡Maldito auto!

Ya estando cerca del auto, aparto a Savannah para que deje de patearlo y Noah lo pudiera revisar.

—¿Tienes la rueda de auxilio? —preguntó Noah.

—¡Claro que sí! —exclamó Savannah levantando los brazos en el aire—. Está en el baúl.

—¿Te encuentras bien? —pregunté.

—Sí, sacando que mi neumático está pinchado todo está bien —respondió Savannah más tranquila—. ¿Por qué necesitan mi ayuda?

—Es mejor que te lo diga cuando estemos en la casa de Noah.

No podía creer que ellos estén aquí para ayudarme, me costaba comprender que si había gente buena en el mundo.

Era difícil volver a confiar. Sin embargo, por alguna extraña razón, sentía que podía confiar en este par de idiotas.

Usualmente me gustaba y acostumbraba a enfrentar mis problemas por mi propia cuenta, pero esta vez algo en mí hizo que buscará ayuda. Tal vez este asunto era más peligroso de lo que me imaginaba.

—Estás pálida —dijo Savannah colocando una mano sobre mi hombro.

—Estoy bien —mentí con una leve sonrisa.

—Listo —dijo Noah guardando la rueda pinchada en el baúl.

—Gracias —susurró Savannah con una leve sonrisa—. Suban, así llegaremos más rápido.

Todos subimos al auto y a los pocos segundos ya estábamos nuevamente en la casa de Noah. Bajamos del auto y entramos a la casa.

—¿Me van a decir lo que está pasando? —preguntó Savannah cruzándose de brazos.

Nos sentamos los tres y le conté lo sucedido; ella escuchaba pacientemente.

—Eso sí que es raro —contestó Savannah frunciendo su ceño—. ¿Tienes la carta?

Me levanté del sofá, y tomé la Laptop, para quitar la carta que estaba dentro.

—Aquí está —respondí tendiéndole la carta a Savannah quien la miraba confusa.

—Son palabras en otros idiomas, reconozco algunos, pero no todos —indicó sentándose en el sillón de la sala de Noah—, lo más extraño...es lo que dice.

—¿Qué dice?

—Volví, Deméter —mencionó Savannah—. Indonesio es el segundo, hebreo el cuarto, alemán el quinto y latín es el séptimo.

¿Volví Deméter? ¿Qué carajos significaba eso?

No estaba en una situación como para tomarme esto a chiste, en realidad mi humor era pésimo. Solía enojarme con facilidad.

Ser positiva no era lo mío, pero en este caso necesitaba ser lo más optimista posible. Quería engañarme a mí misma diciendo que esto no era real, pero no podía.

—Que mierda. —Me quejé comenzando a caminar desesperadamente de un lado al otro—. Tal vez fue una broma, estoy segura.

Un pensamiento tras otro se acumulaban en cabeza, sentía que estaba a punto de explotar. Moví mis manos con desesperación, rascando con mis uñas las palmas de mis manos. Ardía, pero no podía parar de hacerlo.

Nuestros Propios Demonios |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora