Addison Miller
Recorro los anchos, vacíos y silenciosos pasillos de la escuela para dirigirme hacia la oficina del director. Sigo caminando hasta llegar a mi destino; toco la puerta y en cuestión de segundos, se abre.
El director Doyle me hace una señal para que pase adentro de su oficina.
—Bueno, seré breve —indicó Doyle—, hoy te tocará limpiar el salón de música, lo bueno, es que tendrás ayuda.
—Mark va a ayudarme —dije abrumada por el comentario.
—No, su castigo es la semana próxima.
—Entonces quién va... —intenté decir, pero mis palabras se vieron interrumpidas por tres suaves golpes en la puerta.
—Creo que tu pregunta ya tiene respuesta —contestó el director Doyle, mientras se acercaba a la puerta para abrirla—. Harry, adelante.
En el marco de la puerta se encontraba un chico alto, muy alto, a decir verdad, él era el nuevo según lo que había oído.
Tenía una apariencia un poco descuidada, pero quién soy yo para criticar; sus ojos eran de un color gris tan fuerte que eran capaces de hacer que te perdieras en su mirada, era como si dentro de ellos habitara un tormento sin fin.
Su pelo castaño oscuro se encontraba alborotado con pequeñas ondas en las puntas dándole un aire aniñado, sin mencionar que estaba bastante largo. Su piel era pálida, su rostro y parte de su cuello se encontraban adornados por pequeños lunares que recorrían su piel, que a lo lejos parecía ser muy suave. Sus labios eran rosados y carnosos. Por último, contaba con pequeños hoyuelos en sus mejillas cuando sonreía.
Llevaba puesto un Jean azul y una sudadera negra con el logo de los Red Hot Chili Peppers.
—Harry Reynolds. —Se presentó el chico provocando que saliese de mis pensamientos—. Creo que seremos compañeros de castigo.
—Addison Miller.
—Bueno Harry, junto a Addison te tocará limpiar el salón de música —ordenó el director Doyle—, tienen hasta las ocho.
—Solo tenemos una hora y media. —Se quejó Harry, mientras miraba el reloj en la pared de la oficina del director.
—Entonces es mejor que se apresuren —respondió Doyle, agarrando sus pertenencias—. Hasta mañana chicos.
Doyle salió de su oficina dejándonos a Harry y a mí en completo silencio, provocando que la incomodidad surgiera entre ambos.
Solo somos completos extraños intentando tener una vida normal, él no me interesaba y creo que yo tampoco a él. No lo conozco y él tampoco a mí, la excusa perfecta para entablar una conversación y que a estas alturas no me apetecía.
Levanto la mirada con lentitud notando que sus ojos me escanean de arriba hacia abajo. En el instante en el que cruzamos miradas, ambos la desviamos hacia otro lado.
—Creo que deberíamos empezar —dijo Harry aclarando su garganta.
—Estoy de acuerdo —contesté con indiferencia—, sígueme.
Caminamos por los pasillos en silencio en dirección al salón de música; nadie habló ni realizo algún comentario. Solo se escuchaban nuestros pasos al hacer contacto con el suelo.
No necesitaba saber su vida, ni que lo traía por aquí; era información completamente irrelevante para mí, pero a pesar de eso debía admitir que la curiosidad me estaba matando lentamente.
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Nuestros Propios Demonios |EDITANDO|
Teen FictionEn un mundo lleno de maldad en donde los verdaderos monstruos somos los seres humanos, las consecuencias caen tanto en el más culpable como en el más inocente, Addison y Harry saben muy bien eso. Ella es reservada y el mundo se ha ganado su odio. De...