Nunca había sentido con tanta intensidad la sensación de no querer estar donde me encontraba. No quería pensar en el futuro ni quería dar la audición por más importante que fuera. Solo quería llorar. Pero se lo había prometido a mi madre, y solo por eso asistí. Ella había sido astuta previendo esa situación.
En otro momento de mi vida me hubiese deleitado con la grandeza del lugar. Con estar en medio de una pista de baile frente a la academia que quería pertenecer desde niña. Y sin embargo no sentía aquel deslumbramiento.
Sentía que no tenía fuerzas para bailar. Que no tenía fuerzas para deleitar a aquellas personas y lograr conseguir el trabajo. Pero aquello estaba incluido en la promesa. Prometí asistir y bailar como nunca. Bailar tan bien que no pudieran negarse a aceptarme, y fue por eso que cuando la armonía del piano comenzó a sonar llenando cada espacio de la habitación, yo me moví al ritmo de esta.
Irónicamente tenía que interpretar una danza triste y emocional, justo como yo me sentí, y decidí usar aquello como una ventaja. Trasmitía mi agonía, mi dolor, lo vacía que me sentía con cada movimiento. Expresaba como me sentía con mi cuerpo, haciéndolo hablar por sí solo.
Ya no sabía si quería ese trabajo, ya no sabía si alguna vez desearía bailar de nuevo, pero ese día lo hice como nunca porque se lo debía a mi mamá y a mi papá. Ellos habían creado aquella pasión que yo sentía por la danza. Mi papá me había llevado a mi primera lección, pero los años posteriores ambos lo hicieron aleatoriamente. Ambos pagaron las clases, las zapatillas, ambos secaron mis lágrimas cuando pensé que no era lo suficientemente buena, ambos me motivaron a continuar haciéndolo. Ambos merecían que yo diera lo mejor de mí. A ambos los extrañaba con toda mi alma, y la única manera de agradecerles todo lo que habían hecho por mí, era demostrándoles que no había sido en vano. Que no había sido tiempo perdido y haciendo realidad, todas aquellas veces que me dijeron que lo lograría.
Terminé de bailar con los ojos llenos de lágrimas y las mejillas húmedas. Tenía el corazón acelerado y mi pecho se movía con cada respiración. Mi vista era tan borrosa que no podía ver con claridad al jurado, y podría haber secado las lágrimas que estaba derramando, pero sabía que de nada serviría porque a esas les seguían muchas más y era imposible que se detuvieran.
No escuché ni una palabra de lo que me dijeron. Estaba tan perdida que no pude ser capaz de escuchar algo que posiblemente sería importante. Sin embargo, sabía que recibiría un mail dos semanas después diciéndome si lo había logrado o no. Asentí con la cabeza a modo de despedida al oír el silencio y me retiré. Shane se encontraba esperando por mí ya que él había sido quien me había acompañado.
— ¿Cómo te fue? —preguntó al verme, acercándose hasta mí. Otra chica fue llamada para ingresar a la audición. Había muchas más como nosotras, vestidas con un tutu y zapatillas, peinadas con el cabello recogido y con años de práctica detrás. Quizás no había bailado tan bien como las demás lo harían, pensé. Hacía una semana que no practicaba y eso era una completa desventaja.
Dirigí mis ojos a los de Shane y me encogí de hombros sin saber qué responderle. ¿Me había ido bien? No lo sabía. Me sentía completamente destruida luego de aquella danza, como si hubiese perdido un pedacito de mi alma con cada paso y los hubiese dejado allí.
Mi novio me abrazó sin esperar ninguna palabra de mí, y lo agradecí porque lo necesitaba más que nunca. Él y Lottie eran los únicos que lograban que me levantara de la cama día a día y tuviera la esperanza de mejorar y dejar de ser aquella mujer deprimida.
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Noches eternas | COMPLETA
RomanceBell bailaba en ropa interior por dinero. Shane había perdido a un paciente en una cirugía. Una mala noche los llevó a reencontrarse y antes de que se dieran cuenta, estaban compartiendo sus noches eternas. ¡Atención! Esta novela contiene escenas s...